No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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martes, 31 de julio de 2012

Torremolinos 2012

Fue todo muy rápido. Final de exámenes, triunfo de la Eurocopa con su consiguiente celebración, resumen de la misma, fiestas de Cox, análisis de la selección española de fútbol para los Juegos Olímpicos, fines de semana en Torrevieja y, de sopetón, una semana completa en Torremolinos (Málaga) en un hotel con pensión completa junto a cuatro amigos. Playa, piscina, apalanques y fiestas fueron la rutina de un día a día al que fue fácil acostumbrarse.

El sueño de cualquier joven de 20 y tantos años. Irte una semana lejos de tu ciudad (a unos 500 km) con cuatro amigos a disfrutar de unas vacaciones más que merecidas. A tomarnos un respiro entre tanta movida.



¿Cómo es posible que un hotel tan cutre fuera tan acogedor? Las camas no eran nada del otro mundo, pero el simple hecho de acostarse en una de ellas era motivo de apalanque extremo. La de cosas que hemos vivido en esas camas (no pensemos mal), sobre todo viendo en una minúscula televisión tan diferentes progamas: los juegos olímpicos, Frank de la Jungla, El Cubo o actuaciones de Aurora Beltrán o "Los Losada".

El balcón era nuestro lugar de reunión. Gritos, risas, botellones... allí se dio lugar uno de los mejores momentos del viaje, cuando jugamos al "Escandinavo Abstemio". ¿Has bebido dando vueltas en círculo, haciendo flexiones, en un plato como si fuera sopa o sin manos? Recomiendo rotundamente jugar a esta especie de "Oca para borrachos".

La comida era muy regular. A veces era porquería y otras tantas deliciosa, según como pillaras al cocinero. Pero por lo general no nos quedábamos con hambre. Más que nada porque después de limpiar tres platos, bebida y postre, nos inflábamos a bollería del Mercadona entre horas. Creo que todos hemos llegado con algún kilo de más.

Pero lo mejor del hotel era un tío que desde el primer día nos abrió los brazos (y más cosas) y nos hizo sentir los reyes del mambo. El animador del hotel, empeñado en repetirnos una y otra vez que era homosexual, compaginaba su impresionante labia andaluza con un humor y una desvergüenza admirables. Eramos sus "niños", aquellos que eran centro de todas las miradas en cada partida de Bingo por sus constantes salidas de tono. El colmo llegó cuando ganamos una partida y recibimos un champán para celebrarlo. Entonces sí fuimos los reyes del mambo.


Se estaba muy bien en las playas de Torremolinos (menos cuando venía la máquina de la arena y nos echaba a base de arenazos), no así en la Malagueta de Málaga, donde el agua estaba tan helada como en el Ártico. Eso sí, de la capital de provincia me quedo con el mejor chiringuito del lugar, "Tropicana", donde comimos pescaito frito, gambas al pil pil, sepia, chipirones, calamares... no podía irme de allí sin probar algunas de las delicias más sabrosas de la costa andaluza.

El espectáculo estuvo en Marbella. Lujo por todos lados. No dejamos de ver yates impresionantes, coches despampanantes, mujeres asombrosas... parece mentira que, conforme está el país actualmente, exista un lugar en el corazón de Málaga donde no haya un solo rastrojo de crisis económica.

Aunque parezca que no, Torremolinos es una ciudad preciosa. El paseo marítimo, el puerto de Benalmadena, el centro (repleto de calles enormemente transitadas de gente, calles que van bajando de forma sinuosa hasta la playa), mucha zona verde y multitud de colorido... es un lugar especial y auténtico para ir de vacaciones.

Recomiendo a todo el mundo hacer un viaje como este. Da igual el lugar, porque al final lo que importa es la compañía. Una semana con cuatro amigos en cualquier sitio lejano a tu pueblo es sinónimo de disfrute asegurado. Os lo garantizo.