No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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miércoles, 26 de agosto de 2015

Mis 8 valoraciones de los Oscar (4)

1. Gran Hotel Budapest: Rara de cojones. La película más original de las nominadas, recuerdo que mi madre y mi hermana se levantaron del sofá con una cara total de desconcierto. Su ritmo trepidante, su multitud de personajes, su decoración, sus mil detalles... la convierten en una película única, aunque un tanto extravagante. Lo mejor, la actuación del gran Ralph Fiennes. Una pena que no fuera nominada para el Oscar.


2. La Teoría del Todo: Para mí, una de las grandes películas del último año. La que más me gustó de todas las nominadas, la historia mejor adaptada -aunque no se llevara la estatuilla por ello- y la mejor interpretación -esta sí-. Stephen Hawking apareció en la gran pantalla gracias a la maestría de un Eddie Redmayne colosal. La historia, preciosa y cruel al mismo tiempo, va acompañada de una banda sonora maravillosa. Puro cine.

3. Boyhood: Muchas expectativas ante una película rodada en 12 años, reconstruyendo la infancia y adolescencia de un niño real. Es increíblemente difícil hacer una película prácticamente sin argumento, y convertirla en una obra de arte. Para colmo, dura casi tres horas. Casi tres horas de lo más entretenidas. Para mí, mereció el Óscar a mejor película que le arrebató Birdman.

4. Whiplash: Buena, aunque quizá me habría sobrado entre las nominadas -por Perdida o Interstellar, por ejemplo-. La interpretación de JK Simmons es, simplemente, espectacular, y hay escenas que son alucinantes. Pero la música y los platillos terminan por volverte loco.

5. Descifrando Enigma: Gran historia la del matemático Alan Turing, una de esas películas biográficas sobre grandes personajes de la historia que realizan hazañas a pesar de sus excentricidades y de los muchos obstáculos que se encuentran. Cumberbach es el Turing perfecto, y el film, como suelo decir muchas veces, "está muy bien hecho". Es decir, que casi nadie habría podido reconstruirla mejor.



6. Birdman: Peliculón. La película más divertida se llevó el Oscar -no pasaba desde hace muchos años- gracias a un guion tremendamente original, unas interpretaciones magistrales -unidas a diálogos muy buenos- un rodaje con planos secuenciales magníficos, y una historia, la que le ocurría entonces al propio Michael Keaton, que te hace sentir lástima y alegría casi al mismo tiempo.

7. El Francotirador: Tercer año consecutivo que Bradley Cooper repite nominación a mejor actor, esta vez con un papel trágico, y acaparando los flashes en primera fila, haciendo de un héroe americano que se llevó demasiadas vidas y que acabó pagándolo caro. Una gran película, como siempre, del legendario Clint Eastwood.

8. Selma: Meses y meses he tenido que esperar para ver esta gran película. Hacía tiempo que esperaba una reconstrucción de la vida de Martin Luter King. En este caso es sólo una parte -decisiva, eso sí-, pero es más que suficiente. Su lucha fue incansable. La de los suyos, también. Juntos, a pesar de las injusticias, consiguieron los derechos que les habían arrebatado. Una reconstrucción maravillosa de un momento histórico que pone los pelos de punta.


lunes, 17 de agosto de 2015

Mis Fiestas


Para mí, y cuando hablo de mí hablo de un ser súper raro, las Fiestas es levantarte con un malestar terrible y tirarte al sofá. Es comer un día unos macarrones, otro las sobras de un revuelto de arroz, todo a las cinco de la tarde. Y cenar cada día en un sitio distinto, pero no puede faltar una en la que esté todo el grupo, otra en la que Jorge y yo nos comamos un plato de 11 euros del Kebab, y otra en la que Carlos,mi primo Frank y yo disfrutemos de un pollico, unas patatas asadas y unas fritas. Es no ver ni un desfile, a no ser que nos pille en casa y pongamos Telecallosa. Es ver la Alborada porque no hay más remedio, porque todo el mundo la está viendo, y porque al fin y al cabo, queda muy cool beberse un gintonic en la oscuridad contemplando desde las gradas de una pista de fútbol sala unas cuantas palmeras brillantes en el cielo.

Es beber cervezas de trago, aunque ya no las bebas como antes. Aunque tu amigo, que es como un embudo, casi te obligue a mantener su ritmo, y acabar siempre con una cogorza con la que es difícil hasta respirar. Es llegar a la barraca y en lugar de bailar, hablar con todo cristo. Con aquel que hace años que no hablas, y te pregunta qué tal por Marca. Con los que se declaran fan de lo que escribes -aunque te cueste creerlo-. Con el amigo de toda la vida con el que empiezas a recordar buenos momentos y nunca terminas, con el que sabes que te pasarías horas y horas hablando de fútbol, con el que no conoces de nada y te hartas a hablar hasta darte cuenta de que ojalá, en otra vida, en otro momento, nos hubiéramos conocido mejor. Con el que desearías que el tiempo no pasara nunca y que ese momento quedara congelado para siempre.

Las Fiestas es acabar la barraca e irte a desayunar a la Virgen de la Portería, y descubrir que las pizzas están buenísimas, sobre todo a esa hora. Y que los cruasanes de chocolate siguen siendo tan sabrosos y explosivos como siempre. Es perder la noción del tiempo, olvidarlo todo salvo que estás allí, y abandonar una a una todas las preocupaciones, aunque te encuentres a un amigo borracho perdido e incapaz de moverse, lo lleves a tu casa, lo acuestes en tu cama y aparezca tu madre y se monte la de Dios.

Es hacer botellón enfrente de mi casa. A las tantas, cuanto más tarde mejor. Subir cada dos por tres para coger cervezas, hielo, patatas fritas o botellas de Ron Barceló. Es dejar que tus amigos defequen, si es preciso. Y pasar las horas hasta que nos demos cuenta de que son las cinco y cuarto de la madrugada y que la música está a punto de terminar. Pero joder, la mayoría adoramos tanto el lento proceso del botellón, el charlar de todo y el reír de todo, que bailar cuatro o cinco canciones -incluyendo la maldita Gosadera- es lo de menos.

Porque lo importante, como me ha recordado una amiga esta tarde cuando le he dejado entrever que las Fiestas de Redován son el Mal, es la gente de la que te rodeas. "El truco no está en la fiesta, sino en la que gente con la que la disfrutes y cómo te lo quieras pasar". Es una verdad como un templo. Y no, no me pongo una túnica ni cojo una lanza, tampoco me paso el día en comidas y en charangas. No tengo local en el que beber ni me muero si dejo de ver la mascletá, la alborada o un desfile multicolor. Me basta con mi sonrisa y la de los míos.