No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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martes, 26 de septiembre de 2017

Mi viaje a Nueva York


 


¡Hola! En este post voy a resumir mi semana en Nueva York, uno de los mejores viajes de mi vida. Espero que sea de utilidad para aquellos que quieran visitar la Gran Manzana próximamente :)

Antes que nada, aclaro: el viaje en avión nos salió barato (poco más de 400€ ida y vuelta) porque lo compramos casi un año antes, y nos hospedamos en un airbnb en New Jersey porque era la opción más económica. El autobús a Manhattan tardaba entre 20-30 minutos y costaba 3,5 dólares por trayecto, y nos dejaba en la Porth Autority Bus Terminal, que tiene conexiones de metro con casi todas las líneas y lugares.


Miércoles 13 de septiembre

Me levanto a las seis de la mañana, con todo preparado, me ducho, me visto y bajo a la rotonda donde ya espera Javi. Al rato llega el coche del padre de Andreo y nos llevan al aeuropuerto de Alicante. El vuelo salía a las 09:40 horas y llegó a Madrid a las 10:50. Tuvimos que recorrer casi todo el aeropuerto para llegar a nuestra puerta. Antes de embarcar, hacían controles al azar (les tocó a los Javis, yo me libré). Despegamos a las 12:15 en el mejor avión en el que he montado nunca: películas, manta, almohada, comida y merienda gratis... Grande Iberia.



Llegamos sobre las 14:00 horas hora de Nueva York, a 45 minutos de que el Real Madrid hiciera su debut en Champions. Iluso de mí si pensaba que lo iba a ver. Tuvimos que rellenar unos papeles de aduanas y hacer una cola gigante. En el mostrador, registraron mi pasaporte, me hicieron varias preguntas (como que a qué me dedicaba), me tomaron las huellas dactilares y me hicieron una foto sin gafas. A Andreo le retuvieron durante más de una hora en un cuarto donde le hicieron bastantes más preguntas.

Lo primero que hicimos nada más salir de los controles fue comprar una tarjeta para el móvil con internet y llamadas/mensajes ilimitados por 40 dólares. Lo pagamos entre los tres y la metimos en mi teléfono y así estuvimos guiándonos con el Google Maps durante casi todo el viaje. Después cogimos el Air Train (5$, los pagas al llegar a tu destino) hacia la Jamaica Station, donde nos compramos una MetroCard (30$ para tener viajes ilimitados por una semana). Cogimos la línea E (para ver las líneas es muy útil la app MyTransit) rumbo a la Porth Autority, en la 42.

Allí, cogimos el autobús erróneo (el 166), que nos dejó lejísimos de nuestro apartamento, pero pronto aprendimos la lección: Al conductor que nos dejó en Nueva York al día siguiente le preguntamos en qué puerta se cogía el de vuelta (en la 230) y arreglado.

Compramos lo necesario en el supermercado y cerveza en una licorería (sí, no venden cerveza ni nada con alcohol en los supermercados) antes de pasar por el Burger King a pillar cena. PD: A mi paladar les supo igual que las de España. Poco después nos fuimos a dormir, casi 24 horas después de haberme despertado en Callosa.

Jueves 14 de septiembre

Nos levantamos pronto, desayunamos pronto (comí cereales con leche, un sándwich y un beagel con manteca de cacahuete (muy empalagosa) y cogimos pronto el autobús para pasar la mañana en Times Square y Central Park. Desde la Porth Autority se va prácticamente en línea recta, por eso antes pasamos por el Rockefeller Center para comprar un ticket para subir al Top of the rock en el atardecer del sábado (la mejor hora) por unos 30$. También nos hicimos unas fotos newyorkinas con los superhéroes típicos y con el vaquero de Toy Story.



Cuanto más nos acercábamos a Central Park, más se nos acercaban los tipos que alquilaban bicicletas. Cogimos tres por unos 12$ cada uno para tres horas, aunque luego descubrimos que se podían conseguir por bastante menos en la parte oeste del parque. Menos mal que cogimos las bicis, porque el parque es inmenso, y si queríamos ver algo más en profundidad nos bajábamos para echarnos fotos y demás. En uno de los descansos probamos el pretzel (muy salado) y visitamos el homenaje a John Lennon, situado en Strawberry Fields, justo enfrente del edificio Dakota, donde fue asesinado. Allí había un tipo tocando canciones de los Beatles. PD: Central Park está plagado de ardillas.

Dejamos las bicicletas y nos fuimos a comer. Por el camino vimos la Torre de Donald Trump. Nos tomamos unos perritos calientes en Gray's Papaya (famoso lugar de New York y no muy caro) y robamos internet de una cafetería cercana. Empezó a chispear un poco y quisimos ver el zoo de Central Park, pero cerraron sobre las 17 horas. Entonces cogimos el metro en la quinta avenida y nos dirigimos al Bronx, al Yankee Stadium, para disfrutar de un buen partido de béisbol.



Puede que fuera una de las actividades más baratas del viaje. Por 11 dólares (las compramos por internet) las entradas, por seis las típicas manos gigantes (en una tienda pegada al estadio, en las oficiales costaban casi el doble) y por otros seis una buena ración de palomitas que comimos entre los tres mientras bailábamos al son del teclado y celebrábamos los home-run de Judge, el ídolo local. Hambriento, me pedí un 'chicken giro' en uno de los puestos callejeros de la zona. Craso error. El curry no era picante, es que directamente venía del infierno. Toda la vuelta la pasé bebiendo agua fría.

Viernes 15 de septiembre

A la Estatua de la Libertad se va en un ferry que se coge en el Battery Park de Nueva York o en un puerto de New Jersey. Optamos por la segunda opción ya que nos encontrábamos en ese lado del Hugdson, pero tardamos una barbaridad en llegar. Tuvimos que coger un autobús (el 83) para que nos llevara a la estación de tranvía, y de ahí al parque, donde tuvimos que andar más de media hora. Los últimos minutos los hicimos corriendo porque creíamos que no íbamos a llegar. Ese día hacía calor e iba con pantalones vaqueros largos. Ni los vaqueros ni las zapatillas que llevé ese día regresaron a España.

Fuimos puntuales (09:00), pero el ferry no. Nos hicieron un huevo de controles antes de subir al ferry, que nos dejó en Ellis Island, donde hay un museo muy interesante de inmigración (con audioguía gratis en español). Luego cogimos otro ferry que nos dejó en Liberty Island, donde se encuentra la estatua. Nos echamos varias fotos antes de subir. Nos hicieron dejar las mochilas en taquillas (pagando, claro) y nos volvieron a hacer controles. Custodiando el acceso había militares de la SWAT. Allí arriba nos echamos unas cuantas fotos y nos marchamos no sin antes pasar por la tienda de souvenirs.



Cogimos un ferry a Lower Manhattan y tras pasar por el One World Trade Center (el edificio más alto de la ciudad  y el cuarto del mundo) nos fuimos a comer unas hamburguesas en Shake Shack, lleno hasta reventar. El pan, delicioso (igualito que el del TGB) y las patatas riquísimas (gracias a la salsa de queso). Las botellas de agua eran grandes y resistentes, así que nos las llevamos y nos duraron para el resto del viaje.

El postre me lo tomé en un carrito de los helados que se encontraba frente a un colegio. Más tarde encontramos por fin la tienda Century 21, una especie de Primark con ofertas de todo tipo. Yo me compré unos pantalones cortos (no podía llevar más los largos) y unos deportivos que me puso al momento. Ya con los pies destrozados, acabamos dando una vuelta por el distrito financiero, con Wall Street, el homenaje a los fallecidos en las Torres Gemelas (precioso) y la famosa estatua de la niña desafiando a un toro gigante. Y de ahí, a casa. Esta creo que fue la noche en la que nos encontramos una mofeta en la puerta. La tuvimos que espantar.

Sábado 17 de septiembre

Ya sin la necesidad de madrugar, y sin prevenir que a media mañana hay menos autobuses circulando, llegamos a Manhattan cerca de las 13 horas. En pocos minutos llegamos al Museo de Historia Natural, inmenso y con figuras realmente espectaculares. Me sorprendió la ballena azul, un calamar gigante luchando contra otra ballena, y los esqueletos de los dinosaurios, sobre todo el del Tiranosaurio rex.



Muertos de hambre, y gracias a una de las recomendaciones con las que contaba, comimos en The Dinner, para mí gusto las mejores hamburguesas que comimos en los siete días que estuvimos allí. Aun estando llenos, tenéis que probar la tarta de queso, pero no os pidáis un trozo para cada uno o reventaréis. Después nos dimos una vuelta por un mercado que pusieron en una de las grandes avenidas de Times Square, y de ahí al Top of the Rock, donde disfrutamos de las mejores vistas de la ciudad. La diferencia con el Empire State Bulding es que desde el nuestro podíamos echarnos fotos con el otro edificio de fondo, además de ver toda la frondosidad de Central Park.



De noche, Midtown, con Times Square y Broadway, es realmente espectacular. Las luces y las pantallas gigantes te cautivan. Hay que darse un garbeo sí o sí.

Domingo 18 de septiembre

Día para disfrutar del SoHo, con Chinatown (otro mundo) y Little Italy. Tuvimos suerte, porque se celebraba San Genaro y había una avenida llena de puestos de comida, donde probamos las maravillosas bolas fritas de oreo (Javi y yo nos compramos 30 para traer a Callosa). Antes de cervecear y comer por allí (bocatas y salchichas) visitamos la Catedral de St Patrick's (en plena misa) y el templo Mahayana, donde por un dólar leímos nuestra suerte en un diminuto pergamino y contemplamos el gigante buda dorado. También estuvimos unos minutos en Columbus Park. En mi vida había visto tanto chino jubilado.



Lo malo de Chinatown es que las calles huelen a pescado y que parece como si todo estuviera un poco más sucio. Lo bueno, que allí están más baratos los souvenirs. Yo me llevé ocho postales por un dólar.

Por la tarde nos dispusimos a atravesar el puente de Brookyn, pero nos equivocamos subiendo el de Williamsburg y nos dimos la vuelta a mitad de camino. Tras un rato contemplando a la gente corriendo y el río, subimos el puente de Manhattan para acabar, un rato después, en Brooklyn. Mientras Andreo buscaba el lugar del videoclip de 'Destino o Casualidad' de Melendi, Javi y yo hacíamos cola en Grimaldi's, una de las mejores pizzerías de New York. Después de cenar, regresamos a Manhattan atravesando, esta vez sí, el famoso puente colgante de Brooklyn con unas magníficas vistas de la ciudad.



Lunes 19 de septiembre

Esta vez empezamos desde arriba del todo, al norte de Manhattan, un poco más arriba de Central Park y cerca del barrio de Harlem. Paseamos por un parque muy bonito, Morningside Park, antes de visitar la Universidad de Columbia (chulísima) y comer en el Five Guys que me había recomendado mi buen amigo Gonzalo.



Desde ahí, comenzamos a descender por Riverside Park mientras contemplábamos el río y los numerosos campos de soccer y béisbol donde los niños entrenaban. Llegamos hasta el Intrepid Sea, Air & Space Museum (no entramos, pero desde fuera vimos un barco militar increíble) y seguimos bajando hasta llegar a High Line, un paseo entre los edificios en lo que antes eran unas vías de ferrocarril. Acabamos en un mexicano del Chelsea Market, donde nos tomamos unos tacos y quesadillas deliciosas.

Martes 20, miércoles 21 y jueves 22 de septiembre

El último día fue para hacer las últimas compras. Volvimos al Century 21, a Chinatown, a Times Square (estuvimos en el Madison Square Garden y en la Penn Station)... y nos pilló lluvia. Para comer, fuimos al mítico Katz's Delicatessen, donde Meg Ryan fingió el famoso orgasmo en 'Cuando Harry encontró a Sally'. Probamos por fin el sándwich de pastrami con mostaza y pepinillos, y debo decir que estaba demasiado seco para mi gusto (y un poco caro). Acabamos la noche en Times Square, comprando M&M en la tienda oficial y tomando algo en Ellen Stardust Dinner, un restaurante donde las camareras cantan sobre las mesas... ¡Y hasta bailan contigo!




El miércoles tuvimos que salir pronto del apartamento porque Tachín (o como se llamara la anfitriona) tenía que hospedar a otra gente. Pasamos casi toda la mañana en el Dunkin Donuts de enfrente y comimos algo en el bar irlandés de la Porth Autority, donde vimos perder al Athletic contra el Atlético (1-2) y al Madrid contra el Betis en el Bernabéu (0-1). Desde allí cogimos el metro y el Air Train hasta llegar a nuestra terminal (la 7) y a nuestro vuelo con British Airways, que nos dio manta, almohada, películas, cena y desayuno, auriculares, tapones para los oídos, antifaz, un bolígrafo... ¡Y hasta calcetines!

Salimos a las 22 h de Nueva York... ¡Y a las tres horas ya era de día! Claro que ya eran las siete de la mañana en Londres... A las 10 llegamos a la capital inglesa, donde hacíamos escala. En menos de cuatro horas vimos el Buckingham Palace, la Catedral de Westminster, el London Eye, el Big Ben, Trafalgar Square y el St James Park. Nos dio tiempo de sobra para ir al Primark a que Andreo se comprara unas botas. Llegamos de madrugada a Alicante, cansados, pero felices por un viaje maravilloso.




jueves, 7 de septiembre de 2017

Crítica: Verónica




Hacía tiempo que no veía un estreno español, y mucho menos un producto de terror o hechos sobrenaturales (¿El Orfanato, quizá?). Paco Plaza, director de REC entre otras, se sacó de la manga la mejor película de su carrera (al menos según las votaciones de Filmaffinity) a base de una historia basada (agarránse) un informe policial REAL sobre una especie de apariciones en una casa de Vallecas hace 26 años.





Así lo contaba Antena 3 en su momento. Sí, la película no es una reproducción real de lo que pasó. Los nombres no son los mismos, ni la familia, ni las amigas de la joven, ni se menciona nada sobre un abuelo (y sí del padre)... Lo que es seguro es que en esa casa pasaban cosas raras y que, sabiendo que hubo testigos, que la familia lo cree a conciencia y que los policías que investigaron el caso acabaron creyéndolo, yo mismo empiezo a plantearme la existencia de estos hechos.

Centrándonos en aspectos de la película: Aunque no aterroriza, mantiene la intriga en casi todo momento. El principio y el final son espectaculares. La banda sonora (comandada por Héroes del Silencio), genial. Los niños y la actriz que da vida a Verónica (Sandra Escacena, que seguro será nominada al Goya revelación), perfectos.

En definitiva, una buena película que nos demuestra una vez más que no todo es cine americano y que se puede disfrutar del producto nacional.


martes, 5 de septiembre de 2017

En un España-Italia

Yo nunca pensé que en apenas dos años de profesión conseguiría estar en una gran cita, en un gran estadio, junto a mi jefe, para hacer el directo de un partido tan importante.

Pero vaya, tuve esa suerte el pasado domingo 3 de septiembre, cuando un Santiago Bernabéu lleno hasta rebosar, con miles de personas vistiendo la Roja, vibraba en un duelo ante Italia que decidía prácticamente el pase al Mundial 2018 de Rusia.

Tampoco podía pensar que todo fuese a ir tan bien. El FB Live bien, el wifi del estadio bien (por primera vez en no sé cuántas veces), el partido mejor que bien (ganamos 3-0 e Isco hizo el partido de su vida) y la cobertura bien. Ningún sobresalto, ningún problema.

Lo recordaré toda mi vida y daré siempre las gracias a Eurosport por brindarme la oportunidad de vivir algo así. Uno trabaja para estos momentos inolvidables.


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viernes, 1 de septiembre de 2017

No escribí en agosto

Cuando volví a empezar a escribir en este blog y dije que trataría siempre de actualizar, lo último que quería era pasarme más de un mes sin publicar una sola entrada. Pero lo necesitaba. Los últimos tiempos han sido muy intensos y apenas tengo un respiro. Estuve por una larga estancia en mi pueblo, y entre Sphera (todas las mañanas), Eurosport (casi todas las tardes), el reencuentro con mis amigos, la Eurocopa femenina, las fiestas patronales y otros motivos personales que ya desvelaré en su momento, no pude ni ponerme a escribir de otra cosa que no fuera deporte.

En unos días se avecina un viaje a Nueva York con el que siempre soñé. Prometo hacer un relato extenso sobre esos ocho días.