No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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miércoles, 31 de diciembre de 2014

El año que cambió mi vida




Fue el año que estrenamos en Ossa de Montiel, un pueblo en medio de la nada.
Fue el año que CDS Noticias organizó una fiesta del Roscón de Reyes.
Fue el año en el que subí DIEZ veces al pico más alto de Callosa.
Fue el año en el que calcamos el capítulo de la Superbowl de 'CCAVM'.
Fue el año en el que dedicamos un programa a las mejores niños del mundo.
Fue el año en el que fuimos en traje a ver un partido del Elche.
Fue el año de nuestras últimas 'Paellas' como universitarios.
Fue el año que celebramos San Patricio como Dios manda.
Fue el año del reencuentro entre los que disfrutamos de un Crucero inolvidable.
Fue el año en el que protagonicé un Corto por primera vez: 'Citas'.
Fue el año en el que viajé a una ciudad fantástica: Montpellier.
Fue el año de mi quinto Bando de la Huerta consecutivo.
Fue el año de las Bodas de ORO de mis queridos abuelos.
Fue el año en el que entrevisté a uno de mis mayores referentes: Julio Maldonado.
Fue el año en el que se me pusieron los pelos de punta con el final de CCAVM.
Fue el año en el que me convertí en Tricampeón de la Peña Comeboyos.
Fue el año en el que ayudamos a promocionar el Power Chair en España.
Fue el año en el que lloramos la vuelta de Samuel a Francia,
Fue el año de la Décima, joder, la Décima.
Fue el año de la despedida de ¡Córrete la Banda!
Fue el año que descubrí las increíbles Fiestas de Elda.
Fue el año de un Mundial de Brasil apasionante.
Fue el año en el que me GRADUÉ EN PERIODISMO.
Fue el año en el que me colé y participé en un Congreso de Radios Universitarias.
Fue el año en el que volví a disfrutar del inglés gracias a Ginés y la academia.
Fue el año en el que pasé diez días fascinantes en Scarborough.
Fue el año en el que visité Anfield Road por primera vez.
Fue el año en el que disfruté mi primer partido en Inglaterra en vivo.
Fue el año en el que organizamos una exitosa carrera de Autos Locos.
Fue otro año de Fiestas de Callosa increíbles.
Fue el año en el que CDS Noticias reventó a visitas y seguidores.
Fue el año en el que me operaron de una hernia en la ingle.
Fue el año en el que descubrí uno de los mejores programas de tv: Zapeando.
Fue el año en el que me fui a VIVIR A MADRID con los mejores compañeros.
Fue el año en el que fue elegido para estudiar el MÁSTER DE MARCA.
Fue el año en el que asistí a la Gala de la Bota de Oro.
Fue el año en el que conocí a Segurola, Cappa, Olga Viza o Pepu Hernández.
Fue el año en el que me emborraché por primera vez en la capital.
Fue el año en el que aprendí a apostar de verdad.
Fue el año en el que fui al Circuito del Jarama y al Vicente Calderón.
Fue el año en el que vi 306 partidos, leí 17 libros y vi 132 películas.
Fue el año en el que descubrí el 'Mercado Provenzal'.
Fue el año en el que empecé a escribir de verdad en Sphera Sports.
Fue el año en el que aprendí a cocinar mis platos favoritos.
Fue el año en el que las Navidades se pasaron más cortas.
Fue el año en el que me comí una pata de lechal yo solo.
Fue el año en el que eché de menos a mucha gente.
Fue el año de la séptima y tradicional Excursión Comeboyera.
Fue el año en el que descubrí que las distancias, a veces, refuerzan amistades.
Fue el año en el que me di cuenta que los sueños se pueden hacer realidad.

2014 fue, simplemente, el año que cambió mi vida.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Adorar la Navidad



Dicen que la Navidad es un producto comercial. Una campaña de El Corte Inglés que empieza en noviembre y acaba en la cuesta de enero. Una excusa para comprar compulsivamente y consumir como si no hubiera un mañana. De derrochar dinero mientras otros mueren de frío bajo los puentes, de relamer los dedos tras pelar decenas de gambas, de reventar las básculas a base de mantecados y polvorones.

Sí, mucha gente odia la Navidad por haberse convertido en un negocio, probablemente uno de los más rentables del mundo. La odian porque piensan que en tiempos de crisis sobra tanto desfase. Se puede prescindir de la lujuria y el desenfreno, dicen. La detestan porque recuerdan tiempos mejores, navidades cargadas de regalos y fiestas sorpresa. La aborrecen porque no pueden soportar ver al prójimo más feliz que una perdiz. O todos mal, o la puta al río.

Sí, la Navidad son luces, escaparates, flashes, cabalgatas, cotillón, Ferrero Rocher y patas de cabrito. Es alcohol, películas Disney, resacas, feria y villancicos. Pero estaríamos muy ciegos si creyésemos que eso es todo. Que la Navidad, a pesar de ser la fiesta más tradicional y estereotipada, se pudiera generalizar así como así. Es imposible.

Cuando era pequeño, disfrutaba de la Navidad con la pasión más increíble del mundo. Montábamos un árbol enorme, un belén espectacular, comíamos turrón cada día, veíamos películas cada noche, y era feliz acurrucado entre mantas. Luego, tiritaba al ver al Cartero Real pasando frente a mí. No dormía la noche de Reyes. Una vez casi me meo encima por no salir de la cama y encontrarme, qué se yo, a Baltasar comiéndose las pastas que le dejábamos en el balcón.

El tiempo arrasa con todo, y ya nada es lo que era. Sin embargo, sigo adorando la Navidad. No por los regalos, el aguinaldo, el turrón, el cordero, la fiesta de Nochevieja o las compras en oferta. Son detalles que adornan un contenido mucho más preciado. Este ha sido mi primer año lejos de mis seres queridos, de mi familia y amigos, de todo lo que deseo tener cerca. Y encontrarme de nuevo con ellos, estar juntos otra vez, es gracias y solo gracias, a la Navidad. Por ella brindo, y porque se cumplan todos vuestros sueños.


sábado, 20 de diciembre de 2014

Tres Callosinos en la Castellana 1x07

Cerramos el 205 de la Castellana por vacaciones y volvemos a nuestra tierra. Pero ojo, no será el último capítulo del año...


miércoles, 17 de diciembre de 2014

El misterio del paquete




Sábado 13 de diciembre, hora intempestiva: Descubrimos una página web llamada 'La Tostadora' en la que venden todas las camisetas que te puedas imaginar. Por fin encuentro una de Sum 41 y otra de CCAVM. Las pido de inmediato. Con un pago adicional de cuatro euros para que llegue de urgencia, por supuesto. Me dicen que estará aquí el martes.

Lunes, 15 de diciembre, 21:37 h. Me informan vía sms que el pedido va a llegar exactamente entre las 12:17 y las 14:37. Joder, que escrupulosos. Recuerdo que yo en esas horas estaré en clase, así que aviso a José de que esté atento al timbre y recoja el paquete.

Martes, 16 de diciembre, 11:23 h. No me fio un pelo y vuelvo a avisar a José por Whatssap de que esté atento al timbre. Le digo también que si se va antes de que llegue, despierte a Sergio, para que también esté atento.

Martes, 16 de diciembre, 15:17 h. Llego a casa y pregunto a Sergio por el paquete. No ha llegado. Le interrogo ante la posibilidad de haber estado durmiendo, duchándose o haciendo sus necesidades, mayores excusas para no oír el timbre. Me dice que no, que ha estado atento. Y José, se supone que también.

Martes, 16 de diciembre, 17:05 h. Llamo a Orange porque no funciona Internet y me gustaría ver el estado del pedido en un enlace que me pasó 'La Tostadora' por correo electrónico. Tras dar tres DNIs diferentes, el operador me dice que nos han cortado la línea porque no hemos pagado el mes de noviembre ni, evidentemente, el mes de diciembre. Me ponen música y al rato, una chica me pide los datos de una tarjeta para abonar la factura. Después, me informan de que se restablecerá la línea en 24 horas como máximo. Joder, tardan diez segundos en efectuar el cobro pero un día entero en volver a poner Internet. Fuck.

Martes, 16 de diciembre, 17:18 h. El caso es que yo no recordaba ninguna carta de Orange con factura. Busco entre los cajones del papeleo y nada. Bajo al buzón y nada, solo panfletos de publicidad. Me fijo en que la portería está encendida, pero el portero no está. No le he visto en todo el día.

Martes, 16 de diciembre, 17:32 h. Con los datos del móvil, consigo meterme al enlace del correo electrónico para ver el estado de mi pedido. Pone 'ENTREGADO'. No puede ser. ¿Entregado a quién? Si José no lo ha recibido ni Sergio tampoco, solo puede ser el portero. Al rellenar los campos para el pedido, puse en observaciones que si no había gente en casa, que entregaran el paquete al portero. La hora de entrega (13:17 h) coincide con el tramo que especificaban en el sms. Sospechoso.

Martes, 16 de diciembre, 18:35 h. Espero un poco y bajo a la portería, seguro que lo ha recibido él, pienso. La luz sigue encendida, pero el portero sigue sin aparecer. Espero unos cinco minutos. Subo. Antes de entrar a casa, me quedo escuchando el rellano de la escalera por si le oigo recoger bolsas de basura -como siempre sobre esa hora-. No se oye ni una puñetera mosca.

Martes, 16 de diciembre, 19:00 h. Vuelvo a bajar. Sigue sin estar. Espero más tiempo, pero nada. Veo a un señor barriendo el suelo, le pregunto y me dice: “Estará recogiendo las basuras”. Negativo. Subo y busco de nuevo el estado del pedido en el móvil. Veo el icono de un .jpg. Pincho y me encuentro el recibo firmado por un tal J.C Martín. ¿Pero qué coño?

Martes, 16 de diciembre, 19:43 h. Vuelvo a bajar, porque creo que el portero se va sobre las 20 h a casa. La portería sigue encendida, pero el portero sigue sin aparecer. Ahora me siento en las escaleras junto a la portería a esperar. No me iré sin respuestas, pienso. Descubro que tenemos más vecinos de los que pensaba -incluso jóvenes-. Al rato, un señor baja la basura al contenedor y me pregunta: “¿Es que hoy no ha venido el portero?”. Pues eso parece, amigo. Aunque, al rato, escucho un ruido de contenedores. Otro hombre mayor va arrastrándolos hacia la puerta. Le pregunto por el portero. Me dice que no ha podido venir esta tarde, que tenía médico. Le pregunto si se llama Juan Carlos, o José Carlos -por las siglas J.C de la firma del recibo-. Me dice que sí (¡¡UN MISTERIO DESCUBIERTO!!). Le digo que a él le han entregado el paquete, y se presta a buscarlo en su portería y en un pequeño almacén. Vemos un paquete, y me emociono, pero es para una tal Teresa no se qué. No lo encuentra. Me hundo.

Martes, 16 de diciembre, 20:38 h. Divago sobre varias cuestiones. ¿Por qué le han entregado el paquete al portero si José y Sergio estaban en casa? ¿Por qué el portero no ha dejado el paquete en la portería o en el almacén? ¿Para qué cojones pago 4 euros de más si no lo recibo “urgentemente”? Y más importante... ¿Dónde coño está el paquete?

Miércoles, 17 de diciembre, 9:25 h. Sin que sirva de precedente, me he despertado antes para bajar y pillar in fraganti al portero. Pero no. Por enésima vez, la portería sigue con la luz encendida, pero el portero, NO ESTÁ. Como novedad, hay un cubo de fregar del que sale humo (?) No me he acercado mucho por si era ácido clorhídrico.

Miércoles, 17 de diciembre, 12:12 h. En clase, le hablo por whatsapp a José para ver si está despierto y que baje a ver si está el portero. Negativo. El cabrón todavía está sobando. A Sergio ni le pregunto.

Miércoles, 17 de diciembre, 13:02 h. José da señales de vida. Le digo que baje a ver si el portero tiene el paquete. Catorce minutos después, me confirma que YA TIENE EL PAQUETE (suenan campanas y voces celestiales).

Miércoles, 17 de diciembre, 15:20 h. Llego a casa. En realidad no es un paquete, más bien es una bolsa cerrada por ambos lados. La abro. Dentro de una de las camisetas encuentro una piruleta y un caramelo. Me pruebo las dos. Perfectas. Sensacionales. Le pregunto a José donde tenía el portero el paquete. Me dice que en el almacén junto al ascensor. No puede ser. Allí miré con el hombre que limpiaba la tarde anterior. ¿Acaso se lo llevó a casa y lo puso ahí esta misma mañana? ¿Con qué objetivo? ¿Pondría él la piruleta y el caramelo entre las camisetas para drogarnos/envenenarnos? Aquí algo huele muy mal. Pero jamás se me ha resistido un dulce, así que me arriesgaré.


lunes, 15 de diciembre de 2014

Tres callosinos en la Castellana 1x06

Los callosinos salen de la cueva y se adentran en territorio enemigo. En el Vicente Calderón viviremos una de nuestras mejores aventuras.




sábado, 13 de diciembre de 2014

Un día en el Jarama



La primera vez que fui a un circuito fue en Cheste, el Ricardo Tormo, en una excursión de 4º de la ESO. Entonces nos llevaron a correr en karts, oímos rugir unos minutos a los F3, y nos dejaron montar en bici en una zona habilitada -yo por entonces ni sabía montar-. Fue una experiencia guay, pero nada comparable a la de hoy en el Circuito del Jarama, en Madrid.

Gracias a MARCA, fuimos acreditados para campar a nuestras anchas por el paddock, boxes y los viales paralelos al circuito. Con un chaleco reflectante y una pulsera dorada, estábamos preparados para todo. Diego Zua, director de comunicación del circuito, nos dio una charla previa al trabajo periodístico.

Porque a partir de entonces, todo fue dar vueltas y hablar con todo tipo de gente para confeccionar un reportaje que valiera la pena. Charlamos con un operario, un mecánico que llevaba más de treinta años trabajando en el circuito -y que fue integrante del equipo de Carlos Sainz en sus inicios-, con el responsable de logística, con el de los sonómetros y con el propio jefe de prensa. Todos pudieron darme una visión sobre la polémica que existe por las quejas de las urbanizaciones a raíz del ruido de los coches. Creo que ha quedado una pieza chula.

Por último, hemos disfrutado un poquito de la carrera amateur, el Trofeo de Navidad, muy cerca de la pista. Todo un privilegio, aunque al final acabas un poco hasta las narices. Sobre todo si acabas helado y empapado por una lluvia que no ha cesado en ningún momento. Aún no siento los pies.




domingo, 7 de diciembre de 2014

Tres callosinos en la Castellana 1x05

Quinto capítulo de 'Tres callosinos en la Castellana'. Así es una mañana de domingo en casa. Además, veréis como arreglamos un foco de la cocina que se nos fundió. Ahí va: