No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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martes, 22 de diciembre de 2015

Tres callosinos en la Castellana 2x03

Es la última noche del año en la que coincidirán juntos en el piso, así que han decidido hacerse regalos a la luz de su particular Belén y su bonito árbol de Navidad. Entre medias, cantarán un villancico y maldecirán a Pedro Sánchez.






sábado, 12 de diciembre de 2015

Tres callosinos en la Castellana 2x02

No nos gusta dormir por las noches. Preferimos echar unos euritos -los suficientes como para sufrir una barbaridad- y disfrutar de un buen partido de los históricos Warriors. Comprobaréis que a esas horas deliremos en el mayor sentido de la palabra 'delirio'.


 

viernes, 4 de diciembre de 2015

Tres Callosinos en la Castellana 2x01

¡Ya estamos de vuelta! ¿Os acordáis de nosotros? El año pasado tres callosinos se fueron a vivir juntos a Madrid, en una primera temporada cargada de aventuras y grandes momentos. Ahora, después de un parón demasiado largo, volvemos a la carga, esta vez con un nuevo inquilino -Adrián Redondo- al que conoceréis más en el próximo capítulo. Primero, había que inaugurar la segunda temporada en un sitio como dios manda. En el lugar con más poder de España.





miércoles, 2 de diciembre de 2015

Carta al Metro de Madrid



Querido Metro de Madrid:

Hola. Llevo utilizándote desde hace más de un año, cuando me vine a vivir aquí, y lo cierto es que la mayoría de veces me has dado más soluciones que problemas. No puedes evitar, por supuesto, que pierda el metro en las narices, que haya obras de vez en cuando o que no pueda cogerlo pasada la una y media de la madrugada.

Sin embargo, hay algo que creo que sí puedes hacer y que me está quitando años de vida. Voy al grano.

Trabajo en Suanzes, normalmente por la noche, y salgo tarde, a las 00:00. La mayoría de las veces llego y tengo que esperar 15 minutos. Ante eso no puedo hacer nada y lo sé. Lo que no entiendo es por qué al llegar a Alonso Martínez para hacer transbordo (a Plaza Castilla), cuando llego al andén ya está yéndose el tren. Lo tengo calculado. A veces me pego la carrera de mi vida y consigo llegar, otras no. Y cuando no lo consigo, son 20 minutos esperando al siguiente.

Si ya de por sí los intervalos de espera son mayores por la noche... ¿Por qué hacéis que un tren llegue justo cuando se está yendo el otro? Me pasa en cualquiera de los que se cogen a partir de esa hora, en esa estación. ¿No hay alguna forma de que el tren de la línea 10 tarde un poco más en llegar, o el de la línea 5 llegue antes? Si los andenes estuvieran enfrente no habría problema, pero hay que recorrer tres pasillos enormes y cuatro escaleras mecánicas para llegar de uno a otro.

Te ruego que lo consideres, por favor. Todos los días tardo el doble en llegar a casa, y lo único que necesito es 20-30 segundos más de margen. Sólo eso. Tiene que haber alguna forma de ajustar los metros para que esto no pase. No soy el único. Ayer mismo, a un chaval con gorro y a un hombre trajeado les pasó lo mismo. Y para colmo, un barrendero se rió en mi cara.

Un saludo y espero respuesta pronto. Hoy vuelvo a salir a las 00:00.

Gracias.

martes, 1 de diciembre de 2015

Bigotudo por un mes


Sí, con ese bigote parezco el señor Súper -de Mortadelo y Filemón-. Reconozco que no me gusta nada, que llevarlo durante un mes me ha gustado menos, y que para colmo muchos creen que el haberlo hecho no sirve para nada. Bueno, hasta el más mínimo gesto de reivindicación creo que sirve para algo. Concienciar sobre el cáncer de próstata y otras enfermedades que sufren los hombres es una campaña que Movember lleva haciendo desde hace mucho. Y, si no pasa nada, pienso unirme a ella todos los años. Más información, aquí.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Una carrera por la vida


Correr diez kilómetros es más fácil cuando sabes que es por algo bueno. Por ayudar a gente que lo necesita. Por financiar proyectos nobles, aunque parezcan imposibles. Por soñar con un mundo sin víctimas en accidentes de tráfico. Para concienciar a aquellos que conducen más rápido, o beben al volante, o se cargan de estupefacientes o circulan sin dormir. La barbaridad de accidentes que se pueden evitar y que no se evitan.

Hay que luchar contra eso. Aunque haya que madrugar después de pasar la noche en vela. Aunque haga un frío de cojones mientras esperas a que tu compañero de piso te abra porque te has dejado la tarjeta de transporte -nunca lo hizo-. Aunque estés al borde de una enfermedad del corazón que puede dejarte tieso si te pasas de la ralla. Aunque te recomienden que te eches crema en los pezones, no lo hagas, y maldigas al infierno por tenerlos irritados durante dos días. Aunque estés corriendo y el sol te pegue en la cara, mientras el sudor se te mete en los ojos y hagas casi un kilómetro a ciegas. Aunque vayas escaldado hasta casa y luego trabajes ocho horas seguidas. El simple hecho de ayudar a hacer de este mundo un lugar mejor merece la pena. Vaya que sí.

PD: Correr a lo largo del Paseo de la Castellana, con una marea azul por delante y por detrás, y disfrutando del paisaje -los árboles, la Plaza de Colón, Nuevos Ministerios, el Bernabéu- ha sido una de las mejores sensaciones que he tenido en mi vida.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Un año en Madrid


Madrid es un despertar temprano, o tardío, dependiendo del turno que tengas en el trabajo. Es mirar por el balcón y ver las dos torres Kio, en su majestuosidad, vigilándolo todo en pleno centro de la Castellana. Es ver el asfalto recubierto de hojas marrones, caídas por el otoño, que empezó hace mucho más tiempo que en cualquier lugar donde haya vivido antes.

Madrid es bajar el ascensor con alguien a quien no has visto en tu vida. Aunque lleves un año en el edificio. Es ver a los vecinos de enfrente una vez cada cuatro meses, y seguir tan sonrientes como siempre. O es ver a ancianos molestos por las prisas de jovenzuelos como nosotros, que nos ceden el paso casi malhumorados, mientras el portero del fin de semana te saluda como si fuera Chewaka.

Madrid es mucha gente. Muchas personas. Por todas partes. Y muchos coches. Es ser incapaz de pasar la Avenida en semáforo rojo. Yo, que me he saltado incontables. Es bajar las escaleras del metro mientras escuchas de fondo el "Buenos días, señor" del hombre negro que vende pañuelos en la esquina del Delina's. Es sonreír porque en el panel pone que queda un minuto, o morir de rabia cuando las puertas del metro se cierran en tus mismísimos morros.

Madrid es un calor tremendo en verano y un frío que te sacude el cuerpo en invierno. Es vivir de cambios de temperatura constantes, porque en todo establecimiento hay calefacción o aire acondicionado. Es llover, relampaguear, granizar o nevar cuando menos te lo esperes. Es poder dibujar 'Callosa de Segura' en el suelo y salir en Telecinco gritando como un animal.

Madrid es ir a Valdeacederas a comprar al Mercadona. O una bombilla en la Ferreteria. O pollo de campo -y no del terreno- en el 'Mercado de las Maravillas'. Es comer en el Telepizza los martes (locos), tapear en los 100 Montaditos el miércoles y cenar en el TGB los jueves -o comer, o las dos cosas-. Es hincharte a comer en el Tigre hasta que no puedas más. Y luego ir en busca de un pub donde no te ofrezcan chupitos de licor de melocotón.

Madrid es ir a comprar el pan y encontrarte con Helen Lindes. Ir al Bernabéu y subir las escaleras del Metro junto a Víctor Sánchez del Amo. Es esperar la cola para entrar a un concierto y saludar a Miki Nadal. Es pasear por Gran Vía y ver a un humorista comprando ropa interior en Lefties, o a Garbajosa cenando con su mujer en una mesa al aire libre. Es llegar a Sol y encontrarte una manifestación de cualquier -repito, cualquier- cosa: Bomberos cabreados, izquierdistas resignados, franquistas Anti-Podemos, empresarios desempleados, jóvenes en paro, mujeres contra el maltrato, homosexuales contra la Iglesia o protestantes contra el efecto invernadero.

Madrid es ver los típicos sitios de siempre y enamorarte de ellos. De una puesta de sol en el Retiro, de un bocata de calamares en la Plaza Mayor, de un paseo en el Teleférico, de una foto en el Palacio Real, de unas tostas en el Rastro, de una celebración en Cibeles. Pero también es descubrir, porque a esta ciudad nunca dejas de descubrirla. Las maravillosas vistas desde las Tetas de Vallecas, un té en 'La Ciudad Invisible', una pinta en un pub irlandés de primera categoría o unos chopitos de lujo en las callejuelas paralelas a la Puerta del Sol.

Madrid es un sueño. Es todavía no creer que estás allí, y menos un año. Es poder hacer lo que quieras. Es poder hacer lo que más te gusta, y poder perseguir las ilusiones que tenías de niño. Es sentirte el rey del mundo. Es disfrutar cada segundo con tus compañeros, con tus amigos, con aquellos familiares que te visitan, con ella. Es coger un tren en Atocha y contar los minutos para volver. Es querer vivir aquí toda la vida. Ojalá.

jueves, 15 de octubre de 2015

Chutes en vena de mi tierra


No he tenido mucho tiempo -y menos que voy a tener- para escribir en este blog en los últimos meses, y me odio por ello. Pero no puedo dejar escapar la oportunidad de decir, casi a las dos de la madrugada, que estos días que he pasado en Callosa me han dado la vida.

Adoro Madrid, siempre he querido vivir aquí y creo que siempre querré. Pero necesitaba unas mini-vacaciones, una pequeña desconexión, estar varios días en casa, en mi casa, con mi familia y amigos, y dejar de sentir el bullicio de tanta gente desconocida para disfrutar de la paz que supone vivir en un municipio de apenas 20.000 habitantes.

En uno diez días he hecho de todo, por cierto. Desde defender una propuesta por el futuro de CDS Noticias en un escenario a recoger mi título de Graduado en Periodismo. Desde aprender a hacer calamares rellenos a ver las películas de 'Cómo entrenar a tu dragón'. Desde volver a sentir lo que es jugar al FIFA a recordar lo mortífero que puede ser subir al pico más alto de la Sierra. Desde quedar con la gente a la que más quieres, a recrear festejos únicos con los tuyos.

Sí, se me ha hecho hasta raro volver a la capital. Y eso que al asomarme una vez más al balcón del noveno piso del 205 del Paseo de la Castellana, y notar el frío y la inmensidad de Madrid, he vuelto a sonreír, porque sé que este es mi sitio. Pero necesito chutes en vena de mi tierra cada cierto tiempo. No lo puedo evitar. Y nunca lo evitaré.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Una experiencia que MARCA



Lo recuerdo como si fuera ayer. Yo estaba tirado en una cama diminuta de un hostal destartalado en plena Gran Vía, a la altura de Callao. Los primeros rayos de sol iluminaban la habitación mientras yo trataba de contener la emoción de lo que iba a ocurrir en apenas unos momentos. Iba a tener mi entrevista para el Máster en periodismo deportivo del Diario MARCA.

Por supuesto, no había dormido en toda la noche. ¿Cómo hacerlo con los nervios a flor de piel? Para colmo, no calculé bien los tiempos y llegué tarde a Unidad Editorial, un edificio enorme en un recinto gigantesco. Ver las letras de MARCA a la izquierda de los tornos nada más entrar me puso los pelos de punta. Bajé a hacer las pruebas y la entrevista, y después Froi me llevó a la redacción. Allí vi caras muy familiares, caras que tenía grabadas en fuego de tantas visitas a los directos de la web, de tantas conversaciones en Twitter. Cuando vi la calva de Marcos López (Futbolitis) no pude aguantar decir su nombre en voz alta y sonreír como todo aquel que explota de ilusión.

Unos meses después me encontraba en la recepción de ese mismo edificio, junto a veintidós personas más que muy pronto serían mis compañeros (y de los que sólo puedo hablar maravillas). Creo que casi deliré cuando vi a Axel Torres entrar por la misma puerta por la que yo entraría durante tres meses, cinco días a la semana. Mis ídolos, mis referentes, estaban tan cerca que casi podía tocarles.

Eso fue hace prácticamente un año. Sin duda, los casi doce meses más cortos de mi vida. Allí he conocido a grandes profesionales, he visitado grandes eventos e instalaciones, he disfrutado como un niño haciendo lo que más me gusta. Y he pasado los tres meses más alucinantes de mi existencia. ¿Sabéis lo que es entrar cada día en una redacción donde periodistas como Javier Estepa, Ángel Liceras, Alberto Benítez, Froilán Mora, Manuel Malagón, Pablo Díaz, Emilio Contreras, Fran Villalobos Almudena Rivera o Javi Domínguez te tratan de tú a tú? De ellos he aprendido una barbaridad, y por eso les agradezco toda la amabilidad y complicidad que han tenido a lo largo de esta experiencia.

Porque la verdad, ha sido una experiencia irrepetible. He hecho de todo. Desde una fotogalería del piso de Manhattan de Cristiano Ronaldo hasta un reportaje de fútbol-silla, pasando por mis escritos del Villarreal, directos únicos -Mundial de Atletismo, Muguruza clasificándose para semifinales de Wimbledon y el Granada-Villarreal, además de muchos del Mercado de Fichajes-, salidas al Cerro del Espino, al Santiago Bernabéu -presentación de Kovacic- escapadas al aeropuerto -a perseguir a Danilo- y entrevistas a grandes figuras como Guti, Caparrós, Sánchez, Molina o Lobo Carrasco.

He aprendido mucho en redes. Muchísimo. Gracias a Alejandro Fernández, a Pablo Otero, a Montse Lorenzo y a Alberto Benítez por todo lo que me han enseñado y por estar ahí siempre. Si de algo he sacado más provecho, ha sido de ese grupo de buenas personas. Gracias también, por supuesto, a Julia del Mar, Adrián Angulo o Froilán Mora. Desde ahora sois referentes.

Me voy de MARCA con una sensación muy triste, de mal cuerpo. Como si estos tres meses, que han sido de lo más aprovechados, hubieran pasado como una ráfaga de viento. Caras que no volverás a ver -o sí-, recuerdos que permanecerán imborrables para siempre, y sueños que, quién sabe, puede que nunca vuelvas a vivir.

Se cierra una etapa, pero estoy seguro de que se abre otra. Yo no me rindo. Lucharé por ser periodista deportivo aunque me cueste la vida en ello. Gracias a esta casa por ser precisamente eso, una casa, un lugar donde siempre me he sentido a gusto y feliz, haciendo de mi pasión una profesión. MARCA ha puesto los cimientos de un futuro que, estoy seguro, será ilusionante. Solo hay que leer lo que pone en mi camiseta, en la foto que ilustra esta entrada. Again, again and again.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Mis 8 valoraciones de los Oscar (4)

1. Gran Hotel Budapest: Rara de cojones. La película más original de las nominadas, recuerdo que mi madre y mi hermana se levantaron del sofá con una cara total de desconcierto. Su ritmo trepidante, su multitud de personajes, su decoración, sus mil detalles... la convierten en una película única, aunque un tanto extravagante. Lo mejor, la actuación del gran Ralph Fiennes. Una pena que no fuera nominada para el Oscar.


2. La Teoría del Todo: Para mí, una de las grandes películas del último año. La que más me gustó de todas las nominadas, la historia mejor adaptada -aunque no se llevara la estatuilla por ello- y la mejor interpretación -esta sí-. Stephen Hawking apareció en la gran pantalla gracias a la maestría de un Eddie Redmayne colosal. La historia, preciosa y cruel al mismo tiempo, va acompañada de una banda sonora maravillosa. Puro cine.

3. Boyhood: Muchas expectativas ante una película rodada en 12 años, reconstruyendo la infancia y adolescencia de un niño real. Es increíblemente difícil hacer una película prácticamente sin argumento, y convertirla en una obra de arte. Para colmo, dura casi tres horas. Casi tres horas de lo más entretenidas. Para mí, mereció el Óscar a mejor película que le arrebató Birdman.

4. Whiplash: Buena, aunque quizá me habría sobrado entre las nominadas -por Perdida o Interstellar, por ejemplo-. La interpretación de JK Simmons es, simplemente, espectacular, y hay escenas que son alucinantes. Pero la música y los platillos terminan por volverte loco.

5. Descifrando Enigma: Gran historia la del matemático Alan Turing, una de esas películas biográficas sobre grandes personajes de la historia que realizan hazañas a pesar de sus excentricidades y de los muchos obstáculos que se encuentran. Cumberbach es el Turing perfecto, y el film, como suelo decir muchas veces, "está muy bien hecho". Es decir, que casi nadie habría podido reconstruirla mejor.



6. Birdman: Peliculón. La película más divertida se llevó el Oscar -no pasaba desde hace muchos años- gracias a un guion tremendamente original, unas interpretaciones magistrales -unidas a diálogos muy buenos- un rodaje con planos secuenciales magníficos, y una historia, la que le ocurría entonces al propio Michael Keaton, que te hace sentir lástima y alegría casi al mismo tiempo.

7. El Francotirador: Tercer año consecutivo que Bradley Cooper repite nominación a mejor actor, esta vez con un papel trágico, y acaparando los flashes en primera fila, haciendo de un héroe americano que se llevó demasiadas vidas y que acabó pagándolo caro. Una gran película, como siempre, del legendario Clint Eastwood.

8. Selma: Meses y meses he tenido que esperar para ver esta gran película. Hacía tiempo que esperaba una reconstrucción de la vida de Martin Luter King. En este caso es sólo una parte -decisiva, eso sí-, pero es más que suficiente. Su lucha fue incansable. La de los suyos, también. Juntos, a pesar de las injusticias, consiguieron los derechos que les habían arrebatado. Una reconstrucción maravillosa de un momento histórico que pone los pelos de punta.


lunes, 17 de agosto de 2015

Mis Fiestas


Para mí, y cuando hablo de mí hablo de un ser súper raro, las Fiestas es levantarte con un malestar terrible y tirarte al sofá. Es comer un día unos macarrones, otro las sobras de un revuelto de arroz, todo a las cinco de la tarde. Y cenar cada día en un sitio distinto, pero no puede faltar una en la que esté todo el grupo, otra en la que Jorge y yo nos comamos un plato de 11 euros del Kebab, y otra en la que Carlos,mi primo Frank y yo disfrutemos de un pollico, unas patatas asadas y unas fritas. Es no ver ni un desfile, a no ser que nos pille en casa y pongamos Telecallosa. Es ver la Alborada porque no hay más remedio, porque todo el mundo la está viendo, y porque al fin y al cabo, queda muy cool beberse un gintonic en la oscuridad contemplando desde las gradas de una pista de fútbol sala unas cuantas palmeras brillantes en el cielo.

Es beber cervezas de trago, aunque ya no las bebas como antes. Aunque tu amigo, que es como un embudo, casi te obligue a mantener su ritmo, y acabar siempre con una cogorza con la que es difícil hasta respirar. Es llegar a la barraca y en lugar de bailar, hablar con todo cristo. Con aquel que hace años que no hablas, y te pregunta qué tal por Marca. Con los que se declaran fan de lo que escribes -aunque te cueste creerlo-. Con el amigo de toda la vida con el que empiezas a recordar buenos momentos y nunca terminas, con el que sabes que te pasarías horas y horas hablando de fútbol, con el que no conoces de nada y te hartas a hablar hasta darte cuenta de que ojalá, en otra vida, en otro momento, nos hubiéramos conocido mejor. Con el que desearías que el tiempo no pasara nunca y que ese momento quedara congelado para siempre.

Las Fiestas es acabar la barraca e irte a desayunar a la Virgen de la Portería, y descubrir que las pizzas están buenísimas, sobre todo a esa hora. Y que los cruasanes de chocolate siguen siendo tan sabrosos y explosivos como siempre. Es perder la noción del tiempo, olvidarlo todo salvo que estás allí, y abandonar una a una todas las preocupaciones, aunque te encuentres a un amigo borracho perdido e incapaz de moverse, lo lleves a tu casa, lo acuestes en tu cama y aparezca tu madre y se monte la de Dios.

Es hacer botellón enfrente de mi casa. A las tantas, cuanto más tarde mejor. Subir cada dos por tres para coger cervezas, hielo, patatas fritas o botellas de Ron Barceló. Es dejar que tus amigos defequen, si es preciso. Y pasar las horas hasta que nos demos cuenta de que son las cinco y cuarto de la madrugada y que la música está a punto de terminar. Pero joder, la mayoría adoramos tanto el lento proceso del botellón, el charlar de todo y el reír de todo, que bailar cuatro o cinco canciones -incluyendo la maldita Gosadera- es lo de menos.

Porque lo importante, como me ha recordado una amiga esta tarde cuando le he dejado entrever que las Fiestas de Redován son el Mal, es la gente de la que te rodeas. "El truco no está en la fiesta, sino en la que gente con la que la disfrutes y cómo te lo quieras pasar". Es una verdad como un templo. Y no, no me pongo una túnica ni cojo una lanza, tampoco me paso el día en comidas y en charangas. No tengo local en el que beber ni me muero si dejo de ver la mascletá, la alborada o un desfile multicolor. Me basta con mi sonrisa y la de los míos.


viernes, 17 de julio de 2015

30 pasos a seguir para subir la potencia de la luz en Iberdrola


1. Darte cuenta de que se va la luz con sólo poner la lavadora, el lavavajillas o cargar el móvil.
2. Decírselo al casero, que por suerte, es electricista.
3. Tirarse una hora trasteando, sin éxito. Llegó a decir: "Qué vergüenza no saber qué pasa".
4. Que el casero llame por la tarde y te diga que es porque han cambiado la instalación y ahora tenemos la tarifa más baja. Hay que llamar a Iberdrola para pedir un aumento de vatios o aguantar con la actual. Decidimos aguantar.
5. Dos semanas después, la cosa empeora. Se va hasta por encender la luz del baño. Hablamos con el casero y llamamos a Iberdrola.
6. Nos dicen que tenemos que decir el número del contrato y el dni del titular. Colgamos.
7. Preguntar al casero. Me lo pone por Whatssap. Vuelvo a llamar.
8. Me dicen que el boletín que tenemos no soporta más de 1,5 vatios. Que tiene que venir un electricista a cambiarlo.
9. Decírselo al casero. El casero nos dice que el boletín está en perfectas condiciones. Que llama él.
10.Nos llama el casero. Dice que ya está arreglado. Que el lunes -estamos a jueves- nos la suben.
11. Lunes por la tarde. Llama el casero. Dice que le ha llamado Iberdrola. Que hay que cambiar el titular del contrato porque él ya es titular de otro y no puede subir la potencia de éste (?). Que llame.
12. Llamar a Iberdrola. Me dicen, otra vez, que diga el dni y el número de contrato. También la dirección y el nombre del contrato actual.
13. Me cambian de agente. Me dicen, otra vez, que diga el dni y el número de contrato, la dirección, el nombre del contrato actual, mi nombre y apellidos y hasta en qué horarios suelo defecar.
14. Me dicen que le diga el número de cuenta. Es el de mi madre. No lo sé de memoria.
15. Acordar con la agente que llame en 5 minutos. Llamar a mi madre. Me dice que está en la calle, que no sabe su número de cuenta.
16. Me dice su contraseña digital y entro a la web del Banco Santander. Apuntar la cuenta. Esperar llamada.
17. Me llaman. Les digo el número de cuenta. Me repiten todos los datos. Me dicen que sólo queda un paso para cambiar el titular. Me dice que le da ERROR.
18. No entiende qué da error. Cree que es porque hay una solicitud anterior de subida de vatios. Que primero hay que subir la potencia y luego cambiar el titular. ¿PERO NO ERA AL REVÉS?
19. Me cambian de agente. Me preguntan el dni, el número de contrato, la dirección, el nombre del contrato actual, mi nombre y apellidos, en qué horarios defeco y si pienso suicidarme hoy o mañana.
20. Hablar con voz quebrada, apunto de llorar. Explicar que primero me dijeron que cambiara el titular como condición para cambiar la potencia, y ahora que cambiara la potencia para cambiar el titular.
21. Me dice que la primera vez que rechazaron la subida de vatios fue porque no teníamos un boletín que soportara más vatios. Que teníamos que mandar un correo con los datos.
22. Decir que la rechazaron la primera vez, pero que luego llamó el casero y lo arregló. Me dice que no tienen constancia de correo y que en ese caso tendría que mandarlo otra vez.
23. Colgar. Contemplar la posibilidad de tirarse por el balcón.
24. Llamar al casero. Le digo que nos han dicho que hay que cambiar primero la potencia antes que el titular del contrato, y que no tienen datos del boletín, que hay que mandar un correo electrónico. Me dice que no puede ser. Que va a llamar.
25. Me llama el casero y me dice que ya está arreglado. Que mañana hay que confirmarlo y que tardará unos días. Después, de todas formas, habrá que cambiar el titular.
26. Pasan tres días. Me habla el casero y me dice que entre las 9 y 10 de la mañana del día siguiente va a venir un tipo de Iberdrola a subir la potencia.
27. Las 11 del día siguiente. No viene nadie. Se lo digo al casero y llama. A la media hora, aparece el tipo de Iberdrola y sube la potencia.
28. Hacer la prueba de enchufar el lavavajillas y el aire acondicionado al mismo tiempo. Va de lujo.
29. La prueba definitiva. Pertusa enciende la luz del baño. Y se fue la luz, OTRA VEZ.
30. Hay que subir la potencia otra vez y, por lo tanto, seguir los 29 pasos anteriores. O tirarse desde el noveno, que es justo lo que voy a hacer.


sábado, 4 de julio de 2015

Mi compañero




Mi compañero de piso se levantaba siempre muy tarde. Tenía el horario cambiado, y como los búhos, dormía por las mañanas y vivía por las noches. Cómo yo con la Copa América, vamos. Siempre aparecía en gayumbos, con la cara hecha un asco y los ojos a punto de reventar. Cogía su móvil, respondía los 20.000 whatssaps pendientes -y dejaba 20.000 más para más tarde-, cogía el ordenador y se ponía a leer artículos sin parar. Quizá fueran las 15 h, pero él no tenía hambre, nunca. Hasta que le ponía un plato de macarrones a la carbonara en la mesa. Entonces engullía como si de un pato se tratara.

Luego se tiraba en el sofá y se quedaba viendo Zapeando mientras trataba de responder los 20.000 whatssaps de antes. A veces, se iba al aseo, y tenía miedo de que nunca jamás volviera. Si nos teníamos que ir a un sitio, la palabra 'ducha' se convertía en 'interminable'.  Por la noche, como digo, había que vivir. Salir de fiesta, gastarse un dineral en pubs y taxis. O sino, todo lo contrario: apagar todas las luces y ver capítulos de Juego de Tronos como salvajes.

A mi compañero le encantaba la televisión. O los documentales. O ver películas a destajo.  o vídeos de goles. Y leer artículos científicos o de curiosidades. Le molaba fumar cachimba, beber tinto de verano, comer hamburguesas -la Monster- cuando estoy a dieta y, entre él y José, acabar con todas las existencias de leche en el piso. No era un tipo sucio, pero nunca supo poner el lavavajillas, y creo que tampoco la lavadora. Se planchó una camisa en hora y media, eso sí.

De mi compañero de piso conocía muchas cosas. Llevamos juntos ocho años, joder. Para mí es como un hermano. He vivido con él  ocho meses y no he aprendido nada importante de él. Sólo los pequeños detalles. Lo bueno, lo mejor, ya lo conocía. La única diferencia entre hace ocho meses y ahora es que entonces era el tío más afortunado del mundo por vivir con Sergio Berenguer, y ahora, cada día que pasa desde que se fue, siento un vacío imposible de llenar.

La mayor putada de todas en el día de hoy, el día de su cumpleaños, es no poder felicitarle en persona. No poder celebrarlo con él. No poder escribir esto en la pizarra de la pared en lugar de en este blog -aunque se ha librado de leer mi letra infernal-. Sólo espero que pase un día genial, como él sólo sabe, porque se merece todo lo bueno de este mundo. Porque aunque ya no sea mi compañero de piso, siempre será compañero de vida. Siempre.

jueves, 18 de junio de 2015

¿Y qué pasa ahora?



Ahora que el sueño se ha acabado, y que la selección española ha sido apeada del Mundial de fútbol femenino a las primeras de cambio sin ganar un sólo partido (1-1, 1-0 y 2-1), conviene recordar que el sólo hecho de haber disputado la fase de grupos se podría considerar poco menos que una hazaña.

Reconozco que hace unos años ni siquiera contemplaba la posibilidad de que el fútbol femenino debiera equipararse al masculino. Ya sea por ignorancia, o porque no le daba la importancia suficiente, por mi cabeza no pasaba esa idea. Y eso que fui durante varios años entrenador de un equipo escolar femenino, con el que conseguí ganar dos campeonatos. La conciencia y la responsabilidad me llegó de verdad cuando escuché por primera vez a Verónica Boquete, capitana de la selección española. La entrevistamos en noviembre de 2012, en el programa ¡Córrete la Banda! de Radio UMH, y sus palabras me dejaron boquiabierto.

"Tenemos una guerra constante y diaria con todo. Con la Federación, con todas las instituciones, con la sociedad, con la gente,.. es una carrera de fondo, como decimos nosotras". Aún con falta de apoyo, las chicas consiguieron clasificarse para la Eurocopa por segunda vez en toda su historia, logrando alcanzar los cuartos de final. Después, lo que ya sabemos: clasificación para el Mundial por primera vez en la historia. Todo ello, en un país con raíces machistas, sin liga profesional -las jugadoras no pueden vivir del fútbol- y sin ayudas. ¿Y qué pasa ahora?

Algo está cambiando, por supuesto. El fútbol femenino ya es prioridad en muchísimos países, videojuegos como el FIFA incluyen el Mundial entre sus competiciones, las portadas de los diarios se vuelcan con la causa, las redes sociales se inundan de apoyos a las selecciones y las audiencias son mejores que nunca. Pero aún queda un largo camino. No hay nada hecho.

Sí, es cierto que el fútbol femenino todavía no tiene, ni mucho menos, la mitad del tirón que tiene el masculino. Sobre todo en España, donde es más importante si Cristiano Ronaldo se echa crema en un barco que un golazo de Boquete en la final de la Champions. Ahí es donde tienen responsabilidad los medios. Deben saber vender el producto, concienciar a las masas, denunciar las injusticias.

Una gran responsabilidad tiene también la RFEF, que no ha cumplido su parte. Lo explica bien Rubén Uría en 'Ahora que nos nace la consciencia':


A finales del año pasado, la RFEF anunciaba un paquete de medidas de apoyo a las chicas, pactando una rueda de amistosos internacionales por territorio español. El mínimo era de un partido al mes hasta el comienzo de la cita mundialista, con una gira por EEUU como antesala al viaje a Canadá. En su lugar, la selección debió conformarse con jugar contra un equipo de la Comunidad de Madrid, con disputar apenas cinco amistosos (contra Nueva Zelanda se llegó a jugar dos veces) y con jugar entre ellas el último encuentro de preparación, porque no se pudo cerrar el último amistoso. ¿Saben en qué quedó la supuesta gira por EEUU? En nada, no tuvo lugar. España llega a Canadá sin haberse adaptado, sin haberse enfrentado a rivales de nivel y sin haber completado la gira que la RFEF prometió. Igualito que los chicos, ya ven.

Ahí lo tienen. España fue sin la preparación necesaria al Mundial, y aun así estuvo a un gol de clasificar a octavos. Aun así, compitió con dos de las grandes favoritas a llevarse el título. Y aun así recibieron críticas de muchos que no tienen ni la menor idea de lo que ocurre. A éstos, les diría que vieran el Informe Robinson 'Fútbol y Femenino', y que contemplen con sus propios ojos la gran realidad. No hay otra.



Una liga profesional debe ser el primer paso. Si muchos jugadores del mundo emigran a nuestro país para disputar la reconocida Liga BBVA, en el fútbol femenino pasa todo lo contrario: tienen que salir de España para crecer. Eso hizo Verónica Boquete, actual jugadora del Bayern Munich y recién proclamada campeona de Europa con el Wolfsburgo. Y eso hicieron Natalia Pablos, Celia Jiménez y Vicky Losada. Eso da pie a un bucle: la Liga, ya de por si mermada, sufre el abandono de sus mayores estrellas. ¿Por qué no se invierte en fútbol femenino? ¿Porque no vende? ¿Y no habrá que invertir para poder vender? El Espanyol, por ejemplo, ha realizado duros recortes en su sección y no pueden pagar a las jugadoras ni hacer fichajes. La muestra más clara de que algo no funciona es que el Real Madrid no cuenta con un equipo de fútbol -ni de baloncesto- femenino.

"Que nuestros mejores talentos tengan que emigrar para progresar como futbolistas y poder vivir de esto es un hecho inequívoco de que algo falla. No es malo que pase, pero sí que se vea como algo normal sin buscar un remedio para que no ocurra". Esto decía David Menayo, especialista en fútbol femenino del Diario MARCA, tras la eliminación ante Noruega en la Eurocopa 2013. Dos años después, el discurso obtiene la misma vigencia.

Si nuestras chicas, sin recursos y ayudas, fueron capaces de llegar a cuartos de una Eurocopa y competir en un Mundial con dos de las mejores selecciones del mundo... ¿Qué harían con ayudas? ¿Qué pasará con las jóvenes de categorías inferiores que cada vez acumulan más podios y medallas? ¿Y con aquellas jugadoras que tienen que dejarlo porque tienen que estudiar y trabajar a la vez? ¿Y con las niñas que sueñan en un futuro con ser futbolistas? Hay que hacer algo para seguir soñando en grande. Y hay que hacerlo ya.


lunes, 15 de junio de 2015

¡Qué difícil es adelgazar en Madrid!




Es muy difícil adelgazar en Madrid. Ya de por sí es una tarea complicada en cualquier parte del mundo, pero en la capital española te encuentras el triple de obstáculos que en ningún otro sitio. Por lo menos yo. Y os voy a explicar por qué.

1. Madrid es una ciudad preciosa. Y hay que aprovechar el tiempo en ella. Desde que estoy aquí el aburrimiento ha desaparecido de mi vida. Y eso limita las horas para hacer deporte. Cuando iba al Máster, llegaba a casa casi a las 16 h, comía y no hacía la digestión hasta cuatro horas después. Entonces ya había algún partido que ver o alguna quedada importante. Y en invierno, un frío de cojones. Ahora, hasta que empiece las prácticas, tengo un poquitín más de tiempo, pero quizá no el suficiente.

2. En Callosa había unas facilidades inmensas para correr. Sólo había que bajar las escaleras y salir en dirección a la huerta. Aquí, hay que coger el metro para correr en un parque o hacerlo directamente en la calle, parando en semáforos una y otra vez. Es un poco coñazo.

3. Los que me conocen saben que adoro comer. Es uno de los grandes placeres de esta vida, y en Madrid la variedad es maravillosa. Ya he probado decenas de bares y restaurantes, y he disfrutado como un niño tapeando por el centro. Lamentablemente, quizá como más de lo que debería. Y es muy difícil comer menos si tienes el McDonalds, el TGB, el Burguer King y el Telepizza tan cerca. Si tienes dos compañeros de piso que tienen fritanga en las venas. Si existen sitios como el Tigre para ponerte las botas por dos duros. Y si estás deseando que lleguen cumpleaños, comuniones y bodas para atiborrarte. Así no se puede.

4. El estrés me da hambre. Los nervios me dan hambre. Tener que hacer cosas me da hambre. En realidad, tengo hambre casi las 24 horas del día. Y es difícil saciar el apetito. En Callosa, a veces, conseguía domarlo bebiendo agua como un condenando, pero aquí sólo tenemos del grifo y si no está fría sabe a rayos.

¿Cómo remediar todo eso? La única manera es con fuerza de voluntad. Me voy a proponer perder peso, no porque quiera ir a la playa y enseñar algo que no sea una barriga cervecera, sino porque quiero verme bien, sentirme ágil y llevar una vida bastante más sana de la que llevo.

Por eso, voy a seguir un plan específico -ideado por mí, paso de pagar dietistas- que publicaré en el blog por si alguien lo lee y puede recriminarme que no lo estoy cumpliendo. Estos son los objetivos:

1. Correr 3 días a la semana.
2. Hacer abdominales todos los días.
3. Comer menos y variedad. Capricho: un día a la semana. Chocolate: un día a la semana.

Día 1: 78,1 kg
Día 2
Día 3
Día 4
Día 5
Día 6
Día 7

Semana 2

Día 8
Día 9
Día 10
Día 11
Día 12
Día 13
Día 14

Semana 3

Día 15
Día 16
Día 17
Día 18
Día 19
Día 20
Día 21




* En azul, días que me voy a correr.
* En rojo, capricho


jueves, 28 de mayo de 2015

Cambridge: Capítulo 3




Escribo este capítulo final ya en casa, en Madrid, con la habitación hecha un desastre y después de recuperar muchas horas de sueño acumulado. En la madrugada de ayer, todavía en tierras inglesas, cogí en Cambridge un autobús a las tres de la madrugada para ir al aeropuerto, esperar hasta las seis para coger el avión y llegar al piso a las once de la mañana. Sí, fue una muerte lenta y dolorosa.

Pero mereció la pena. Sobre todo por un último día alucinante. Contamos desde la noche del lunes, cuando fuimos a un sitio magnífico e irreal de Cambridge, el 'LOLALO', un lugar donde ponen todo el reggaeton que te puedas imaginar, ambientado en una especie de selva tropical. Ojo, porque pusieron hasta la 'Macarena', y fliparíais viendo a los guiris, borrachos perdidos, bailando aquello. Ojo: en la foto, con Mónica, otra callosina por el mundo. Estamos en todas partes. ¡En todas!


Como en todos los garitos de Inglaterra, el Lolailo cerró a las tres de la madrugada -de nuevo, chapamos el pub-, así que teníamos unas cinco horas para descansar antes del gran viaje a Londres. Sin embargo, la muerte y la resaca nos obligaron a salir hacia la capital inglesa, en tren, a las doce.

Llevaba nueve años sin pisar Londres. Lo que recordaba del Támesis era un río donde la mujer que me acogía por entonces se ganaba la vida tocando la guitarra. Cuando lo vi, esplendoroso, enorme -un poco lleno de mierda, también- delante de mis narices, supe que con 16 años no había apreciado de verdad la magnitud de donde me encontraba.


Dimos un rodeo chulo por la zona, antes de irnos a comer a una especie de antro -inciso: en Inglaterra, al contrario que en España, los antros son, además de antros, caros de cojones-. Después, vimos el Big Ben, el Golden Eye, el palacio de Buckinham, Green Park y, por último, Picadilly Circus, parcialmente acompañados por la señorita Ana Sancho, quien nos enseñó la zona, nos llevó a a beber cervezas en happy hour y nos descubrió una de las mejores hamburguesas que he comido.

La vuelta fue mortal, sí. Llegamos a Cambridge a las doce de la madrugada y quedaban tres horas para coger el bus. Pero había que ir a Londres, y disfrutar de un día increíble en el que a la gente le chocaba ver a Sergio y a mi con las camisetas de Liverpool y Manchester (¡Mirad, están andando juntos!), en el que comprobamos que la capital está dominada por una franquicia llamada PRET AND MANGER (pero Fenoll desafió el sistema dejando un regalito en uno de ellos); y en el que hablar inglés -o spanglish, o inglés murciano- nunca fue tan reconfortante.



Nos lo hemos pasado en grande. Sobre todo con mis gratas experiencias con los taxistas. En la noche del Lolailo, el conductor me agarró del brazo porque Fenoll todavía no le había pagado. Y en la vuelta de Londres, como todavía no me acostumbro y estaba tan cansado que no vi el volante, me senté en el asiento del taxista. El hombre, ya mayor, abrió la puerta y me preguntó, con tono serio: Are you a driver? Sergio todavía se está descojonando.

Han sido miles los detalles que han hecho que este viaje sea maravilloso. Lamentablemente, no me acuerdo de todos, y darían para escribir diez entradas como esta. Pero el más importante es el hecho de saber que da igual estar en Madrid, en Alicante, en Cambridge, en Múnich o en Singapur. La amistad jamás se rompe. Y estamos dispuestos -cuando ahorremos- a ir hasta el fin del mundo si es necesario.

lunes, 25 de mayo de 2015

Cambridge: Capítulo 2



Escribo con agujetas en la parte inferior de las nalgas -no penséis mal- y sin planta de los pies porque creo que he andado y montado en bici como no lo he hecho en mi vida. Ojo, cuando vuelva no me vais a ver más delgado ni mucho menos. Todo esfuerzo físico se ha compensado con mucha grasa british -es el plato típico de aquí, nosotros tenemos la tortilla de patatas y ellos la grasa british-.



¿Por qué andamos tanto y montamos tanto en bici? Lo primero, porque en el día 2, diez horas después de dormir como cosacos y comernos un desayuno al más puro estilo inglés, Berenguer y yo decidimos perdernos al comprobar que quedaban 22 minutos para que llegara el autobús. Vimos patos y vacas rodeando el río Cam, y decidimos 'acortar' para ir al centro. Acabamos en Milton, un pueblo a las afueras de Cambridge, en la nada más absoluta. Había pradera a la izquierda y pradera a la derecha. Hasta una señora nos dijo algo parecido a "no sigáis, un poco más allá está Mordor".



Dimos la vuelta, cuando nos dimos cuenta que igual aparecíamos en la huerta de Callosa, y encontramos una hora después a Fenoll, que nos llevó un poco más allá del inframundo para comer una buena ración de fish and chips. Luego decidió que era buena idea recoger la bici en casa de su amigo, entre 45 y 60 minutos andando. Y después de recoger la bici, que se le caiga el sillín y tener que ir andando hasta su casa. Entre las veces que se equivocó y las otras tantas que se desvió para que viéramos no se qué, acabamos recorriendo la periferia, el centro y las afueras de Cambridge. Luego fuimos al Hospital para que me amputaran los pies.



La vida en este pueblo es placentera. En las calles que no están en el centro, reina una tranquilidad pasmosa. El olor a fritanga -sobre todo a bacon- invade el ambiente, al igual que las grandes dimensiones de césped que dan ganas de tumbarte y vivir allí toda la vida. Cambridge tiene naturaleza, tiene río, tiene vida social y tiene una riqueza cultural increíble. Como dice Sergio, preferiría vivir aquí antes que en Londres.



Esta mañana, después de dar mil vueltas en bici -parecíamos los chavales de verano azul- hemos acabado desayunando en un café italiano, donde hemos conocido a una chica majísima de Jaén, que lleva cuatro años viviendo en la ciudad. Nos hemos tomado unos chocolates calientes y unos cruasanes de chocolate y jamón-queso, y nos hemos adentrado en el centro, donde hemos disfrutado de los collegues -o como se escriba-, del mercado, de las iglesias y catedrales y de -según Fenoll- la casa donde vive Stephen Hawking. Hemos comido en un mexicano, nos hemos tirado en el césped, hemos visitado el café donde trabaja Fenoll y hemos podido contemplar -uoh- el puente de las matemáticas.



Ahora estamos reponiendo fuerzas porque esta noche vamos a una discoteca que se llama Lolailo o no se qué. Sergio está tirado en la cama como un saco de patatas y Fenoll... bueno, Fenoll está exactamente igual. Yo necesito un masaje en los pies, pero por lo demás estoy listo para otra noche estupenda en Cambridge, la ciudad donde amanece a las cuatro de la mañana, donde la gente pone candados en sus contenedores por si les roban la basura, donde hay más bicis que personas y donde te puedes encontrar en medio de la calle -ojo a esto- ratones, puercoespines, e incluso zorros. Sí, Sergio y yo vimos un zorro esperando al autobús. No sabemos si llevaba ticket.


domingo, 24 de mayo de 2015

Cambridge: Capítulo 1




Escribo desde Cambridge, un lugar famoso en todo el mundo por su Universidad, y desde ahora por albergar a una las mejores personas que se conocen. Francisco Javier Fenoll decidió pasar un año aquí, entre guiris. Y como le llamamos para quedar y dijo que si íbamos a su casa... ¿Pues por qué no?

Así que nos embarcamos mi amigo Berenguer y yo en un avión que zarpaba a las seis de la mañana, después de habernos hinchado en el Tigre -lo que adoramos el Tigre- y de haber tomado algo por última vez en la Risueña. Una última Copa en un lugar castizo, español -aunque el 70% de los clientes eran sudamericanos-. Lo que vendría después serían cervezas, cocteleras y más cervezas. Pero antes, la matada del siglo.

Llegamos al aeuropuerto sobre las 4:30, algo contentos por los litros de cerveza y tinto de verano en el cuerpo. Gran momento el de estar esperando a que llegara la chica al mostrador de la puerta de embarque y que los cientos de personas allí sentados se levantaran al instante, como si acabaran de abrir un Mediamarkt el día de la salida de la PlayStation 5. A Sergio le pusieron en la cola PRIORIDAD y a mi en LA OTRA FILA. Sí, como si fuera pasajero de tercera clase. Luego, en el avión, nos pusieron a 20 asientos de distancia, pero la matada fue tal que casi dio igual. Como siempre, despegar fue genial. Aterrizar... bueno, me pegué un susto de muerte. Yo estaba esperando con los ojos cerrados porque habían dado el aviso hacía ya 10 minutos. Así que cuando di el respingo, la pareja de sudamericanos sentada junto a mí se descojonó en mi cara.

Llegamos a buena hora al auropuerto de Londres -una hora antes, jeje (me maten)-, lo malo es que nos encontramos con una cola espectacular para enseñar el DNI. Era triste ver mi cara de muerto, con una moquita infernal, y repitiéndome la salsa que le echan a todo en el Tigre. Lo mejor fue la conversación con el del control, demostrando que mi inglés sigue siendo genuino.

Hombre: ¡Hola!
Yo: Hello!... ¡Hola!
Hombre: From Madrid?
Yo: ... Yeeees!
Hombre: How many days?
Yo: Um..... four!
Hombre: London?
Yo: ... Yeeeees. And Cambridge.
Hombre: Ahhhh! Okei, Okei. Bye!
Yo: Bye!

Llegamos a la estación de autobuses diez minutos antes de que saliera nuestro autobús. Fenoll nos dijo que creía que era el 19, y la operaria nos lo confirmó. Sin embargo, un buen rato después de la hora de salida, le pregunté Where is my bus? y la chica me dijo que ¡OHH! Tienes que cambiar los billetes. No nos lo podíamos creer. Luego resultaba que la operaria se llamaba Marissa, sabía español y se había equivocado, era el 17. Pero nos cobraron 11 libras más, sin ningún problema. Fuckin Marissa.

Dos horas y pico después, cogimos el autobús dirección Cambridge. En unos asientos acolchados, propios de una zona VIP, caímos rendidos hasta llegar al centro del pueblo, donde esperaba Fenoll con una bici, un papel donde nos decía todo lo que teníamos que hacer para llegar a casa sanos y salvos y una llave doblada. Es un genio.



Llegamos en perfectas condiciones, gracias a las indicaciones de Fenoll. Al entrar a la casa, nos dijo que no había nadie y que su habitación era la de enfrente de las escaleras. Lo que obvió fue que la habitación estaba SUBIENDO las escaleras, no en el piso de abajo. Entramos a la habitación y apareció una chica recién salida de la ducha chillando como una posesa. Estuvimos a un pelo de Antonio Resines de verla completamente desnuda.

En el papel ponía que abriéramos su armario. Estaba lleno de todo tipo de  guarrerías de chocolate: nutella, mini-napolitanas, kinder bueno, galletas... comimos unos sandwiches y fuimos al centro, donde nos esperaba nuestro amigo y una chica de Jaén, Ana, que se apuntó al maravilloso plan de ver Eurovisión mientras nos hinchábamos a beber cerveza. Fue en un pub de Ely, un pueblo cercano a Cambdrige, donde nos comimos una hamburguesa legendaria, conocimos al disparatado profesor de Fenoll, vimos actuar a Edurne sin sonido y bebimos chupitos de Jagger y cerveza en las jarras que usa mi madre para guardar el agua.





Reconozco que NO pude votar a Edurne. Era la primera vez que estaba fuera de España en Eurovisión, y los ingleses me torpedearon para que no pudiera llamar ni mandar sms. Hay un amaño importante en este sentido. Pero bueno, disfruté diciéndole a un aficionado del ManU que De Gea se iba a Madrid porque echaba de menos a su girlfriend. Y de regalo, les dábamos a Bale. Se indignó completamente, como si Gareth fuera Faubert en sus peores tiempos.

Después nos fuimos al Regal -creo que se llamaba-, una especie de Discoteca elegante pero plagada de guiris borrachos. Lo mejor eran los camareros, casi todos disfrazados. Uno iba de soldado imperial de Star Wars, otro de Gandalf... y estos de la foto, ni puñetera idea.



Llegamos a casa después de que un taxi conducido por un colombiano nos pusiera 'Dime si conmigo quiereh hacer travesurah' y tras parar en un cajero que no nos dejó sacar dinero -le pagamos en euros-. Esperamos una hora a que llegara Fenoll, que había ido a por la bici -y a comer algo en el McDonald. Caímos rendidos a la espera de un nuevo día, éste del que estamos disfrutando ahora mismo. El viaje no empieza nada mal.


lunes, 20 de abril de 2015

Un premio de cine


Lo recuerdo como si fuera ayer, Yo estaba en el mismo sillón en el que estoy sentado ahora, en el salón de mi piso de Madrid, buceando entre noticias de Internet. Es entonces cuando veo el anuncio de las bases de la segunda edición del Festival de Cortos 'Callosa en Cine'. Ese que nos llenó de ilusión el año pasado, un evento que nunca se había hecho en nuestra ciudad y que iba a ser todo un éxito. 

Mi gran amigo Samuel y yo nos pusimos manos a la obra y formamos parte de él con 'Citas', un corto realizado con mucho esmero pero con medios escasísimos. No logramos entrar en la final, pero el simple hecho de poder verlo en la pantalla gigante de la Casa de Cultura era más que suficiente. Sin embargo, este año queríamos más. Pero yo estaba en Madrid y Samuel, en Montpellier.

Entonces se me ocurrió una idea: vamos a hacer un corto que seamos capaces de hacer de forma sencilla, cada uno frente a nuestro ordenador. Será un concurso online. El premio será estar en el Barça-Madrid. Y habrá que pasar una serie de pruebas para conseguirlo. Dicho y hecho. Cada uno hizo sus tomas y luego las montamos. ¿El resultado? Un corto hecho de nuevo con recursos mínimos -un poco más de luz y sonido- y a toda prisa. La pieza llegó al Ayuntamiento minutos antes del cierre de plazo.

Cuando vi que 'Todo por el Clásico' era finalista, no me lo pude creer. Ahí estábamos. Dando un paso más. Y encima, estaríamos allí, en Callosa, para verlo. No nos veíamos desde Navidad, pero nos reencontramos en nuestra ciudad para disfrutar del Festival y de nuestro corto. Lo que no imaginamos es que encima conseguiríamos el premio del Público. Mucha gente fue exclusivamente a ver y votar nuestro corto. Se oyeron risas, vítores y aplausos, y con eso era más que suficiente. Pero el premio fue el culmen. Una gran satisfacción.

Al año que viene estaremos encantados de hacer otro corto y presentarlo en la tercera edición de 'Callosa en CINE'. Un festival que, de hacerse, espero que se organice con antelación, se le dé una publicidad espectacular, se incite a los jóvenes callosinos a presentar cortos, que se seleccionen antes los finalistas, que se sepan antes los horarios, que no coincida en un mismo fin de semana con Vueltas Ciclistas, manifestaciones de la PAH o conciertos de gente joven; que se llene el salón de actos de la Casa de Cultura, que se prueben las piezas en el proyector una y mil veces, que se haga un despliegue informativo del certamen, que se vuelva a confiar en el maravilloso José Manuel Martinez de presentador y en Royo Design en el diseño de publicidad, que acudan al evento -qué menos- los miembros del jurado; que se faciliten buenos horarios, al menos, a los cortos callosinos -el mio se emitió a las dos del mediodía-, que se haga un tráiler de los cortos finalistas para emitirlo antes de la gala, que haya actuaciones musicales, que se le dé más publicidad al espectáculo de un mentalista deslumbrante -ESE TÍO MERECÍA EL SALÓN LLENO-, que la gente no se vaya una vez dados los premios y que se le dé a este Festival la seriedad que merece. Si Rafal puede, nosotros también.


domingo, 5 de abril de 2015

Ruta de la tapa 2015: Crítica

Hacer una ruta de la tapa es una de las mejores experiencias que se pueden vivir. Durante mi estancia en Callosa -con motivo de las vacaciones de Semana Santa- he tenido el placer de poder vivir la de mi pueblo. Ha sido fantástica, más por la compañía que por la organización y la calidad de los platos. Hay mucho que mejorar.

Este año no se hizo una cuartilla con recuadros para conseguir el sello de cada bar y poner nota. Tuvimos que hacerlo nosotros en un papel. Y esta vez no sortearon nada para aquellos que la completasen. El precio ha subido 50 cent respecto a la primera edición (de 1,5 a 2 euros). Me quejo de la subida de precio porque no se ha correspondido con una subida ni de calidad ni de cantidad. Falta una mayor organización y promoción de la Ruta, conseguir que se inscriban una mayor variedad de bares -casi todos son del grupo Hinsa- y que se la tomen más en serio. La Ruta duraba dos semanas y en el Rincón del Tapeo solo prepararon tapas exclusivas durante la primera. Y en muchos bares nos dijeron que se habían acabado (las tapas, en taperías, se habían acabado). Eso no se puede consentir. Ojalá en un futuro se potencien más estas cosas porque revitalizan los bares de nuestra ciudad y son un foco importante de turismo en muchos municipios.

1. Rincón de Pepe.
Pizza de jamón recién cortado y tomate
Nota media: 7,2




2. Cassia
Secreto de cerdo / Bacalao
Nota media: 8,6




3. Jamaica
Montaditos variados y ensaladilla rusa
Nota media: 6,5



 4. Doan´s
Langostinos
Nota media: 5,3




5. Rincón del tapeo
Patatas rancheras, bravas y una croqueta
Nota media: 5,6



6. A K´Al Tordo
Huevos rellenos y chipirones
Nota media: 5,8



7. Bar Quino
Tortilla de patatas y calamares
Nota media: 8,4



8. Manhattan
Montaditos
Nota media: 7,4



9. Racó del Ángel*
Pincho de tortilla, ensaladilla y salmón
Nota media: 6,75


10. Miami
Montaditos varios
Nota media: 6




*El Racó del Ángel no estaba dentro de la Ruta, pero lo incluimos porque nos salía por 1,5 €



domingo, 8 de marzo de 2015

Pasión en lo que haces



Tuve la enorme suerte de encontrar mi vocación relativamente pronto. Mi cabeza era un mar de dudas cuando cursaba 3º de la ESO, porque a esa edad te apasionan muy pocas cosas. Al ser uno de los alumnos con más resistencia de la clase, mi profesora me recomendó estudiar CAFD, algo que desestimé cuando me detectaron que estaba al límite de la misma enfermedad del corazón de mi madre. Por fortuna, tenía un plan B, y con el tiempo se convirtió en mi máxima aspiración.

A mí nadie me inculcó que tenía que ser periodista. En realidad, te paras a leer textos que escribí hace diez años y me dan absoluta vergüenza. Mi padre quería que estudiara para ser profesor, como él y como su padre, y habría sido lo más fácil y sensato. Pero es que a mí lo que me gustaba era el fútbol. Tenía libretas llenas de apuntes de jugadores, álbumes llenos de fichas de los futbolistas de la Liga, partidos que veía en los bares o escuchaba por la radio. Sabía que tenía que hacer algo relacionado con aquello, costara lo que costara.

En ese sentido soy muy distinto a mi hermano, que nunca ha tenido una verdadera pasión por un trabajo en concreto y que buscó una carrera relacionada con el inglés, porque le habían repetido mil veces que era el idioma del presente, con el que encontraría trabajo seguro. A él le preocupa estar en el paro. Yo ya tengo asumido que lo más probable sea estar en el paro unos cuantos años. Pero no me preocupa. No podría hacer una profesión que no me llenara por dentro.

Como mi hermano, que se cambió de Magisterio bilingüe a Filología Inglesa, existen miles de jóvenes en España que no sienten pasión por un trabajo, y que les espera, a muy buen seguro, una vida sin motivación, sin ganas de levantarse por la mañana, sin fuerzas para hacer de este país un lugar mejor. Está comprobado que aquellos que son felices en el trabajo son felices en la vida. Son los más cualificados en su sector, los que buscan aprender, avanzar e innovar.

Este país, que atraviesa una crisis económica importante, también adolece de falta de pasión, de creatividad. Y hay que irse hasta abajo, a las guarderías, para resolver el problema. Si en China los niños son instruidos desde muy pequeños en valores como el esfuerzo y la disciplina, en España debemos potenciar la imaginación, el altruismo y el emprendimiento.

En mi Trabajo de Fin de Grado expuse que las clases en la Universidad se habían quedado anticuadas: la teoría era mucho más abundante que la práctica. Imaginen en los colegios e institutos. Desde que entré a primaria hasta que entré en la universidad, ni un sólo periodista profesional me explicó los valores que representaba este oficio, los sacrificios que conllevaba, los entresijos que guardaba. A mí lo único que me hizo entrar en la Facultad de Periodismo fue el fútbol. Ni más ni menos.

Hacen falta más charlas de profesionales, más test para averiguar la vocación del alumno, más visitas a las Universidades, más asignaturas enfocadas a trabajos concretos. Una orientación que permita a los jóvenes encontrar su camino, sin verse perdido en una carrera que entró porque no había otra, porque sus padres le obligaron, o porque estaba de moda. Por eso tengo el gran placer de ayudar en todo lo posible a José Portugués, un callosino que ha creado esta Fundación para servir de intermediario entre profesionales y alumnos. Lean la entrevista porque no tiene desperdicio.

Yo tuve suerte, pero miles de jóvenes no la tienen. Encontrad vuestra pasión, y haced de ella vuestro trabajo.