No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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sábado, 28 de febrero de 2015

#M4M



En el colegio era, probablemente, el mejor de mi clase en Educación Física. Incluso me recomendaron estudiar CAFD. Sin embargo, por entonces me detectaron que estaba en el límite de una posible enfermedad del corazón. Hoy, nueve años después, he conseguido acabar una carrera de 10 km, pero lo más importante ha sido poder ayudar a Mateo en su lucha contra la leucemia.

Llevaba mucho tiempo queriendo apuntarme a una carrera. Desde que iba a la ESO no corría ninguna -salvo aquella de Navidad en Callosa que ni me preparé-. Así que cuando vi un enlace de MARCA en el que se anunciaba una carrera solidaria en favor de un niño que necesitaba un trasplante de médula, no me lo pensé dos veces.

Sí, es cierto que no he entrenado lo suficiente -tampoco he tenido mucho tiempo- y ni siquiera sabia si era capaz de correr 10 kilómetros. Pero aparte de ayudar a un niño necesitado, quería demostrarme a mí mismo que podía conseguirlo. Con el dorsal 2177 y en el bando de los solteros, con mi ipod siempre en marcha y mis pantalones de la suerte, salté al asfalto en océano de personas con camisetas verdes y rojas. Y pese a que en algunos momentos me sentí sin fuerzas y con ganas de desplomarme en la gravilla, conseguí terminarla. Encima, tuve el placer de estar unos segundos con la increíble Cristina Pedroche, que como siempre se une a una causa benéfica.

Sin embargo, creo que los 12 euros donados para la organización y la familia de Mateo no son suficientes. Estoy pensando muy seriamente en hacerme donante de trasplante de médula, y más pronto que tarde tomaré una decisión. Creo que es la mejor forma de ayudar a la gente que lo necesita. Creo que me he informado lo suficiente, y parece que el tratamiento es seguro y no cuesta absolutamente nada. Espero escribir en próximos artículos que soy donante y que dentro de poco -la espera media son 10 años- pueda ayudar a alguien como Mateo.


lunes, 23 de febrero de 2015

Tres Callosinos en la Castellana 1x10

Noche de Oscars. Una cena fantástica, la mejor compañía y el Canal + pirata para disfrutar de una Gala emocionante.




domingo, 22 de febrero de 2015

Quiniela Oscar 2015

- Mejor película: Boyhood
- Mejor director: Richard Linklater
- Mejor actor: Eddie Redmayne
- Mejor actriz: Julianne More
- Mejor actor de reparto: JK Simmons
- Mejor actriz de reparto: Patricia Arquette
- Mejor película de habla no inglesa: Timbuktu
- Mejor guión original: Birdman
- Mejor guión adaptado: La teoría del todo
- Mejor montaje: Descifrando Enigma
- Mejor fotografía: Birdman
Mejor banda sonora: La teoría del todo
- Mejor canción original: Glory
- Mejor dirección artística: El Gran Hotel Budapest
Mejor vestuario: El Gran Hotel Budapest
- Mejor maquillaje: El Gran Hotel Budapest
- Mejor sonido: Interstellar
- Mejores efectos sonoros: Interstellar
Mejores efectos visuales: Interstellar
- Mejor largometraje de animación: Cómo entrenar a tu dragón 2
- Mejor cortometraje de animación: Feast
Mejor largometraje documental: Citizenfour
Mejor cortometraje documental: White Earth
- Mejor cortometraje de ficción: La llamada

(en verde las acertadas)

viernes, 13 de febrero de 2015

50 veces Mamá




  1. Porque me dio la vida
  2. Porque hizo lo posible por mantenerme vivo
  3. Porque me puso un nombre maravilloso, y no el que querían otros
  4. Porque me llevó a Madrid a operarme del ojo
  5. Porque con 3 años me llevó a un viaje a Barcelona que todavía recuerdo
  6. Porque me puso mil veces la película de Merlín el Encantador
  7. Porque me regaló el mejor peluche del mundo
  8. Porque hizo de los días de Reyes los más especiales de mi vida
  9. Porque hizo que comiera de todo
  10. Porque hizo que mi infancia fuera hermosa
  11. Porque me hizo ser un niño aplicado
  12. Porque me quitó los piojos que invadieron el colegio
  13. Porque nunca me obligó a practicar ninguna religión
  14. Porque me dejó ir a clase con gorra
  15. Porque quiso que aprendiera inglés, música, natación e informática
  16. Porque fue la mejor enfermera para mí
  17. Porque contrató a la mejor ama de casa del planeta
  18. Porque me compró la Game Boy, el mejor regalo que nadie me hizo nunca
  19. Porque me hizo disfrutar de muchos veranos en Torrevieja
  20. Porque me llevó a Disneyland París
  21. Porque me obligó a ir a la Purísima en la ESO
  22. Porque me obligó a leer los libros de Harry Potter
  23. Porque me llevó a lugares increíbles
  24. Porque me apoyó en cada obra de teatro
  25. Porque me dejó ir a viajes que ni siquiera merecía
  26. Porque gracias a ella nunca me faltó de nada
  27. Porque siempre prefirió prevenir antes que curar
  28. Porque tomó la decisión más difícil de su vida
  29. Porque lo antepone todo por sus hijos
  30. Porque consiguió aficionarme a la lectura
  31. Porque gracias a ella conocí a Paco
  32. Porque aguantó todas mis 'trastadas'
  33. Porque me llevó a restaurantes de ensueño
  34. Porque le da casi la misma importancia a mi santo que a mi cumpleaños
  35. Porque ha tenido mucha paciencia
  36. Porque me mandó a Inglaterra con apenas 16 años
  37. Porque me animó a estudiar lo que quisiera desde el principio
  38. Porque siempre se preocupa por mi
  39. Porque si no sufrí un trastorno psicológico, fue gracias a ella
  40. Porque tiene los mejores padres, hermanos y primos que podría tener
  41. Porque me hizo disfrutar de un viaje maravilloso a Toledo
  42. Porque sabe guardar un secreto
  43. Porque me enseñó a cocinar
  44. Porque lucha por lo que considera justo
  45. Porque quiere ser una madre enrollada
  46. Porque gracias a ella soy Graduado en Periodismo
  47. Porque gracias a ella estoy en Madrid, en el Máster de MARCA
  48. Porque gracias a ella soy lo que soy
  49. Porque cree que puedo cumplir todos mis sueños
  50. Porque te quiero

miércoles, 11 de febrero de 2015

¡A comerse el mundo!



Hoy, hace exactamente un año, yo estaba bastante deprimido. Estaba cumpliendo 23 años, y me sentía viejo, incapaz de aprovechar cada segundo de mi vida y mirando al futuro con más negatividad que optimismo. 

La cosa ha cambiado. Cumplo 24, un número horrible, sí -no tanto como el 25-, pero estoy en Madrid, en una ciudad maravillosa, en un piso que comparto con dos de mis mejores amigos, después de comerme un platazo de pasta a la carbonara, tras ver Zapeando y con el móvil a explotar de tantas muestras de cariño. Hace un año no sabía siquiera si iba a terminar la carrera, y hoy estoy donde quiero estar, en el Máster en Periodismo Deportivo de MARCA, y sobre todo, disfrutando de lo que me da la vida a cada segundo. 

Hace ya tiempo que me propuse no desperdiciar ni los pequeños ni los grandes detalles que se nos ofrecen. Agarrar las oportunidades al vuelo. Y nunca sentirse viejo. El que quiere ser joven, lo es toda la vida. Por eso siento que tengo la misma edad que ayer, que hace un año y que hace dos. Sí, he madurado, pero sigo sin haber perdido el sentido del humor, y mucho menos el del ridículo.

Por eso os animo a levantaros del sofá. A experimentar cosas que nunca vivisteis. A soñar con cosas imposibles. A ver el otro lado de las cosas. A ser felices. A experimentar la satisfacción de ayudar a los demás. Y, sobre todo, a darse cuenta de que hoy, mañana, pasado, el sábado, el domingo, el lunes y el martes son días que nos ha regalado alguien para aprovecharlos.

Creo que lo peor que le puede pasar a una persona es no estar ilusionada por la vida. La edad importa un pimiento. Esta es una filosofía que me ha hecho superar cualquier obstáculo y que recomiendo a todos. Salid, como yo, a comeros el mundo.

Muchas gracias a todos :)

lunes, 9 de febrero de 2015

Cuando los piñazos compensan


¿Ven la foto? Sí, soy yo. Y este podría ser básicamente el resumen de lo que hice o pude hacer en Sierra Nevada. Caerme, caerme y volverme a caer. Pero entre medias, hubo un viaje alucinante que nunca olvidaré.

Me levanté a las 4:45 de la madrugada, me duché, me vestí, me hice un par de sandwiches, cogí un macuto, una mochila y una bolsa de basura con todo lo necesario para esquiar -prestado por Javi- y bajé a la furgoneta donde esperaba Esteban, más radiante que nunca. Recogimos a Javi, Inma, Rocío y Sofía y nos adentramos en la autovía mientras escuchábamos Ska-p, M-Clan o Linkin Park. Todo muy variado.

Así fue un viaje de más de cuatro horas que finalizó en lo alto de Sierra Nevada, después de sufrir las de Caín para que la furgoneta pudiera llegar hasta arriba. Imaginen: todos los coches adelantando a una furgoneta con el triángulo encendido y bordeando el arcén -y casi el precipicio- porque no podíamos pasar de 30 km/h. 

Ese fue el principal contratiempo. El segundo, un material que habíamos comprado pero que no habíamos reservado. Estuvimos media mañana en la tienda. El tercero, una cola de mil demonios para recoger la tarjeta. El cuarto, y en este caso hablo por mí, unas botas que no eran de mi talla y que hicieron que me entraran ganas de amputarme los pies. Me las cambié hasta tres veces. Y el quinto, y también hablo por mí, los efectos de no haber esquiado en la vida y, por consiguiente, tener que soportar los gritos de un Esteban completamente desquiciado. Y con razón.

Porque no sé que me pasaba, que entre casi no haber dormido, el hecho de ir cargado con el material de un lado para otro, el infierno de las botas, la fatiga de estar levantándome tras caer una y otra vez, el frío que entraba hasta el alma y los alaridos de Esteban, yo llegaba hasta confundir la izquierda con la derecha. Era incapaz de entender conceptos como "perpendicular" o "inclinar". Me metí cada leche que deseaba no volver a levantarme jamás. Javi me hizo probar los esquís -lo que intentaba era snowboard, aunque yo más bien hacía caídaboard, tortazoboard o despeñaboard- pero fue aún peor. Lo máximo que pude hacer fue ponerme de pie -unos segundos-. Tuve que bajar a ratos andando, a ratos subido a los esquís como si fuera un trineo.

Por la tarde, nos fuimos a Granada tras averiguar que el Madrid había perdido 4-0 contra el Atlético. Agradecí no haber visto semejante ridículo. Tras varias vueltas por el centro, acabamos encontrando el hostal en un callejón plagado de gatos y escondido entre escalerillas sinuosas. Lo primero que nos dijo la chica -que, increíblemente, era de Catral- fue que no había agua en la habitación de la chicas. Nosotros no teníamos aseo, sí dos colchones sobre una especie de palés y una litera del tamaño de un portaviones, aunque la sensación de altura era todavía más acojonante. Recuerdo haberlas pasado canutas para bajar de ella.

El hostal era muy raro. La mayoría de clientela era extranjera, estaba en un sitio que parecía el Barrio de la Cruz de mi pueblo, el agua de la ducha empezó siendo caliente hasta que me duché yo, la zona comunitaria era un salón cargado de papeles para liar en la mesa y un ordenador donde un argentino se ponía a escuchar música. El desayuno estaba incluido, y obviamente pensamos en un buffet. Craso error. El desayuno consistía en subir hasta arriba, donde había una pequeña cocina donde tenías que hacerte un vaso de leche y tostadas con mermelada. Como en casa, vamos. Pero imaginen, a las ocho y media de la mañana, la cocina atestada de gente haciéndose el desayuno. Y el argentino escuchando música, como si todo lo demás no fuera con él.


No salimos del hostal para ir de tapeo hasta casi las once de la noche. Fuimos a la famosa calle Elvira, un tanto desangelada por el frío que se incrustaba en las venas. Acabamos en un garito de mala muerte que olía a ropa mal lavada, nos pusieron un plato mitad macarrones, mitad trozos de tortilla de patatas. El camarero lo llamaba 'Mix'. Después, y tras un intento por parte de mis compañeros de ir al Domino's Pizza (¡¡En Granada, donde el tapeo debería ser casi una obligación!!) estuvimos en un bar donde te ponían medio litro de cerveza y una tapa -en este caso, calamares y bombas rellenas de patata y carne- por 2,50 €, mientras escuchabas un concierto de Maná de fondo.

La noche no fue del todo bien. A pesar de estar reventados, nos acostamos muy tarde, yo en un colchón con más muelles rotos que los que Homer tiraba por el retrete. Sobre las cuatro de la madrugada, un tipo comenzó a tocar el timbre, que tenía un melodía simplemente insufrible. Cuando vio que nadie le abría, empezó a dar golpes. Cada vez más fuertes. Hubo un momento que pensé que derribaba la puerta a cabezazos. Cuando le dije a Esteban que abriera, que me daba ya igual que fuera un maníaco, un torturador o un asesino en serie con tal de que parara, el tipo nos oyó. Y nos dijo: "LA CONCHA DE TU MADRE, ESTÁN USTEDES HABLANDO Y YO AQUÍ GOLPEANDO LA PUERTA 40 MINUTOS, HE LLAMADO A LA POLICÍA, ABRAN YA DE UNA JODIDA VEZ". Sí, señores. Era el argentino. Se le habían olvidado las llaves. Y lo mejor es que no tenía ni habitación.

Al día siguiente, vuelta a Sierra Nevada. Yo iba con el ánimo alicaído, pensando si los tortazos del día anterior no eran ya suficientes. Pero conseguí unas botas que no me hicieron daño, subí a una cuesta donde solo habían niños y profesores de esquí, y tras media hora poniéndome las fijaciones, me tiré. A saco. Noté la velocidad. La gran sensación de estar bajando una cuesta sin importarte la caída. Hasta que descubres que no sabes cómo girar y en lugar de estamparte contra el que haya delante, te tiras de culo contra la nieve, que según Esteban amortigua -los cojones-. 

Me tiré unas cuantas veces más, con sus correspondientes batacazos, y bajé a comerme una hamburguesa con huevo frito y patatas. De ahí, a la tienda del material -se portaron excelente-, de ahí a la furgoneta y de ahí a la estación de autobuses, con paso previo en el Burguer King. Tardé más de seis horas en llegar a Madrid, coger un cercanías y andar desde Chamartín hasta el 205 de la Castellana. Acabé muerto, destrozado, aún siento dolor en partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que existían. Pero valió la pena. Fue un viaje que volvería a repetir una y mil veces -los piñazos contra la nieve no, no soy tan masoquista-. Eso sí, en el próximo, más ración de tapeo :)



sábado, 7 de febrero de 2015

El viento sopla a favor

Ha arrancado muy bien el año. Vaya que sí. Con mi gente, en Madrid, en una Nochevieja mágica. Con grandes reencuentros en Callosa. Con una deliciosa fiesta de Roscón de Reyes. Con un cumpleaños sensacional en Elda. Y con una vuelta a casa, a la Castellana, cargada de grandes momentos.


En estos 25 días he hecho muchas cosas. He donado sangre, he ido a ver un Real Madrid-Atlético con mis tíos, he ido a jugar a fútbol con los de mi clase, he descubierto el llamado 'tercer tiempo', me he hinchado a comer en el Tommy Mels de la Vaguada, me he comprado unas zapatillas de lobo, he visto nevar, he salido en los Informativos de Telecinco, he trasnochado para ver el Sudamericano sub-20, he conocido a Paco Jémez, me he comido un menú con paella y codillo a la gallega, he ido al cine a ver la Teoría del Todo, he descubierto que me sale de maravilla el pavo en salsa y que es muy fácil hacer mi salsa favorita, a la pimienta; he ido a la rotativa donde imprimen MARCA, he visto cómo el Villarreal se clasificaba por primera vez en su historia a semifinales de Copa, he descubierto un buen restaurante chino, me he emborrachado con Esteban en el Mercado Provenzal, he disfrutado de una de las mejores Superbowls de la historia, he asistido a un acto único gracias a 'Patrocínalos', me he dado cuenta de que voy por buen camino, he vuelto al Bernabéu gracias a Sergio y he encontrado unas de las mejores croquetas que probé en mi vida. Visite cualquier Rodilla de Madrid.

Ahora estoy de vuelta a casa por el cumple de mi hermana y porque esta misma noche me voy a Sierra Nevada a hacer snow -para que me entendáis, a darme porrazos- y a Granada de tapeo y cañeo. Sí, la vida, últimamente, me sonríe. Y no sería posible sin esa gente que te apoya, que es capaz de demostrártelo con un tesoro que nunca olvidaré. Eso ha sido lo mejor de estos últimos 25 días, lo mejor que me han hecho, creo yo, en toda mi vida. Esas son las cosas que te hacen seguir adelante. Sopla el viento a favor. Hay que aprovecharlo.