No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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martes, 31 de diciembre de 2013

¡Adiós 2013!

2013 es el año en el que me vida cambió completamente. Comprendí lo que es el trabajo duro, sin a penas recompensa. Que hay que esforzarse mucho para sacar algo adelante, y no tratar de recibir demasiado a cambio. Lo que construimos con CDS Noticias hoy es una realidad. No da para comer, ni siquiera para salir los fines de semana, pero la satisfacción  de estar ayudando a tanta gente a estar informado de lo que pasa en Callosa es muy gratificante. Aunque no sé si será suficiente para el futuro.



2013 ha sido un año muy cargado de experiencias. Un año en el que por fin aprobé estadística, en el que viajé con mi familia a una ciudad fantástica como Toledo, en el que disfruté de un festival por todo lo alto con el "Arenal Sound" y me lo pasé en grande en las Fallas de Valencia. En 2013 volví a ver en directo a Raúl marcando en el Santiago Bernabéu. Y volví a sentir el mismo deseo de vivir en una ciudad de la riqueza de Madrid.

En 2013 volví a disfrutar con mis compañeros de ¡Córrete la Banda! en la aventura de Radio UMH, con disfraces, canciones, entrevistas a protagonistas de lujo, rodearse de los mejores periodistas del momento, celebraciones de torneos y partidos benéficos... ¡Hasta un programa en directo para nuestros conciudadanos! Sin duda, de las mejores experiencias del año.

En 2013 vi como el Elche ascendía a Primera División, y hacerme así abonado de un club por primera vez en mi vida.Visité las Cortes Valencianas, vi a la sub 21 en Murcia, descubrí los secretos del Museo del Prado. Me divertí como nunca me he divertido con las mejores personas que conozco, ya fuera en casa hinchándonos a cervezas, o en cumpleaños, o en "Paellas". Cumplí un sueño: ver un concierto de Melendi, algo que nunca olvidaré y siempre agradeceré la compañía de mis amigos en aquel maravilloso día en la Plaza de Toros de Murcia.

En 2013 he visto -me da miedo decirlo- 191 películas, algunas espectaculares; y series que me han dejado secuelas muy profundas, como 'Entourage', 'Hispania' o 'Juego de Tronos'. He leído 16 libros, y me avergüenzo de ello porque podría y debería haber leído más. He completado 19 retos de los 40 que me había propuesto, cosa de la que también me avergüenzo y que espero cambiar al año que viene, lo prometo.

2013 es un año que empezó en casa de un amigo en Torrevieja, escuchando el romper de las olas de la Playa de los Locos; y terminará en una casa rural, en medio de lo desconocido, en algún lugar de Castilla la Mancha, con muchas de las personas con la que quiero estar.

Y aquí estoy, a falta de unos minutos para salir a Ossa de Montiel, un pueblecito de Albacete en el que brindaremos por última vez por lo que dejamos y por lo que está por llegar. Si tenemos una visión optimista del futuro, estoy seguro de que llegarán muchas más cosas buenas que malas. En una balanza, lo bueno siempre debe vencer a lo malo. SIEMPRE.

¡FELIZ 2014!


sábado, 28 de diciembre de 2013

Seis años de 'excursiones comeboyeras'

Por favor, que tradiciones como estas nunca se pierdan. Todos los años, desde 2008, nos juntamos los de siempre -a veces más, a veces menos- para ir a Alicante el Día de los Inocentes. Comer porras con chocolate, ir al Fnac, al Ale-Hop, a la Casa del Libro -donde me tiro dos horas para seleccionar mis compras- y a gastarle, como siempre, la misma inocentada a los dependientes del Corte Inglés: "Hola, queremos un traje para la boda de nuestro primo, que se casa". Por un día, nos sentimos elegantes, aunque sea en un probador, nos hacemos las fotos y nos vamos no sin decirle al dependiente que "me gusta, pero tengo que preguntarle a mi madre".


Ya son seis años. Se dice pronto. Y esta foto refleja exactamente que, por mucho que pase el tiempo, hay cosas que todavía perduran. Por muchas más 'excursiones comeboyeras'.



lunes, 23 de diciembre de 2013

Entrar en acción

Coger un libro, ponerse a leer y tener que levantarte de la silla para poner las manos sobre la cabeza y preguntarte a ti mismo: "¿Es verdad lo que estoy leyendo?".

No me había pasado en la vida, pero hace unos días lo consiguió 'Informe Lugano', de Susan George. Escrito en 1999, se basa en un dossier ficticio que realiza un grupo de expertos para los 'solicitantes', en este caso los gobernantes de las potencias mundiales, con el objetivo de preservar el capitalismo en el siglo XXI. Con esto, la autora pretende descubrir lo que está pasando y lo que pasará con el mundo si no se hace nada al respecto. Si el capitalismo, este capitalismo, sigue vigente en los próximos años.

En realidad, desde que escribió este libro han pasado catorce años y las premoniciones son ciertas. Todas y cada una de ellas. Y las medidas para evitar lo que viene a ser una especie de 'apocalipsis' son casi tan escalofriantes como las consecuencias.

Según George, la única manera de hacer que el mayor número posible de personas vivan en una situación de bienestar, preservando además el sistema capitalista, es reducir la población mundial a la mitad. Se predice que en 2020 habitarán la Tierra alrededor de 8000 millones de personas. George propone reducirla a 4000 millones. ¿Y cómo se consigue eso? Atención: potenciando guerras entre países del sur, provocando conflictos entre grupos sociales distintos, limitar la oferta de alimentos en los países pobres,  realizar cultivos a partir de ingeniería biológica, desalentar las intervenciones humanitarias, aumentar el número de fumadores, privatizar los servicios públicos,  propagar la malaria (¡¡!!), sabotear UNICEF, regalar preservativos y ligaduras de trompas, racionar el agua, legalizar la droga… y un sinfín de propuestas extremistas que incitan al suicidio. Mira por donde, así ayudaría a reducir la población (?)

Evidentemente, toda esta espiral de locura y desidia viene a ser una especie de ‘ironía’ no exenta de realidad, pues el mundo en el que vivimos está mucho peor que cuando lo encontramos, y todavía peor que hace unos treinta años. Desde entonces, no han cesado los problemas ecológicos, estamos acabando con los recursos del planeta, la economía está estancada en un sistema que no ofrece alternativas, y reparte de forma muy desigual los bienes y servicios. ¿Cómo es posible que el porcentaje de los países beneficiados, tres veces menor que el de los perjudicados, siga aumentando sus ingresos conforme pasan los años?
Y lo peor es que este sistema, que creíamos que iba a aumentar nuestra felicidad, en realidad la está disminuyendo. El capitalismo incita al consumo, un consumo extremo, que hace que familias, a priori con alto poder adquisitivo, gasten su dinero en productos innecesarios. La publicidad y los medios de comunicación son clave en este sentido. Creímos estar en la cúspide de la excelencia cuando vimos nuestra cocina equipada con última tecnología, el salón con Home-Cinema e infinitos artículos de decoración, nuestro despacho con ordenador portátil, Tablet, reproductor de música, DVD-portátil y móvil de última generación… y despertamos ahora, con los bolsillos vacíos, pero con la misma necesidad de comprar productos inservibles.

Una vez te acostumbras a tenerlo todo, la felicidad se vuelve a apagar como se apaga un ordenador que dura exactamente lo que tarda en expirar la garantía. La obsolescencia programada impera en nuestra sociedad desde tiempos inmemoriales, desde que nos dicen qué debemos comprar y porqué. Y solo nosotros podemos darle la vuelta a la tortilla.

Sí, solo nosotros. Ni los políticos, ni las guerras, ni los expertos, ni las empresas. “Pasar de ser víctimas a ser actores de nuestro propio destino”.  Esa es la premisa de Susan George. Hay alternativas, pero sólo las hay si somos capaces de agarrarlas al vuelo.

Estas son las conclusiones finales que se pueden sacar de este libro:

1. Que el mundo, la Tierra, el planeta o como quieran llamarlo, se va a la deriva. Hace catorce años, la escritora y politóloga Susan George auguró problemas ecológicos que acabarían por devastar la naturaleza, destruir la biosfera, provocar desastres naturales irreversibles. El planeta no tiene recursos suficientes para sustentar el actual sistema capitalista.

2. Pueden considerarse absurdas y terroríficas, pero las medidas para preservar el capitalismo en el siglo XXI son propuestas por George para concienciar a la gente de los problemas que genera el actual sistema. Un sistema que en lugar de mejorarse, se trata de mantener a toda costa.

3.  Muchos llaman al sistema capitalista el ideal para que el máximo número de personas vivan en un estado total de bienestar, pero la realidad es bastante distinta. Los países beneficiados son mucho menores que los perjudicados, el reparto de ingresos es totalmente desigual y tanto los políticos como las empresas transnacionales no quieren cambiar ni un ápice las reglas por temor a ver reducidas sus fortunas.

4. Por eso es vital darse cuenta de que no hay que convencer a las instituciones poderosas del daño que están causando, de que en el futuro no habrá soluciones que valgan… porque lo peor es que ya lo saben, y no hacen nada por remediarlo.

5. Y por eso lo importante es entrar en acción. Me quedo con esta frase que debe servir para intentar hacer del mundo un lugar mejor: “A pesar de los obstáculos, el aspecto positivo es que todo el mundo puede –debe- implicarse porque la tarea de todas las tareas es volver a tejer el tejido social que el neoliberalismo está desgarrando […] Cada uno de nosotros puede convertirse en un hilo de la urdimbre de la trama”.



El Año del Ahorro

A mí siempre me dicen que soy el "ahorrador" del grupo. Que gasto lo necesario. Que no perdono un céntimo. Que siempre intento sacar provecho de cada situación. Que me brilla la cara cuando veo ofertas o productos más baratos que de costumbre. Obviamente y como siempre ha pasado con los habladurías, esto son todo exageraciones. Pero la realidad es que, en tiempos de crisis, está bien saber cómo ahorrar un poco y poder vivir sin demasiadas complicaciones.

Evidentemente, mis ahorros son a pequeña escala. Lo típico: guardarme el dinero del almuerzo, cenar en casa, aprovechar los descuentos estrella del Burguer King, ir al cine el día del espectador, comprar en el supermercado sólo lo que se va a comer, utilizar productos de segunda mano, tomar prestados libros de la biblioteca o pedirle a un amigo que te imprima un trabajo. Todavía no estamos sumergidos en ese mundo fantástico donde hay que hacer el pino para que te salga a devolver la declaración de la renta, pero ya podemos ir haciéndonos una idea de que hay muchas estratagemas que podemos utilizar en el futuro y que también les pueden servir a nuestros padres, tíos, abuelos.

Una manera es amortizando la hipoteca, mediante amortizaciones anticipadas de los créditos hipotecarios. En el caso de los matrimonios, si la mujer y el hombre hacen la declaración de la renta por separado y han hecho amortizaciones, saldrán más beneficiados. La deducción media declarada por inversión en vivienda esté estimada en 731,55. La vivienda sigue siendo el bien que ofrece mayores posibilidades de reducir la factura de la Renta.

Otras formas de deducción pueden ser con cuentas de ahorro-empresa, cuyo saldo deberá destinarse en cuatro años a constituir una nueva sociedad empresarial; o por alquiler, mediante el cual los contribuyentes que arrendaron una casa en este año 2013 podrán aplicarse una bonificación de más del 10 % sobre los importes satisfechos.

Sin duda, una forma que se utiliza mucho en los últimos días del año para reducir la cuantía de la Renta es la de las aportaciones a planes de pensiones, la venta de acciones -mejor esperar a cumplir un año- y los donativos a ONG, partidos políticos, sindicatos y entidades sin ánimo de lucro, logrando deducciones del 10, 25 o 30 %.

2013 es el año perfecto -desde que empezó la crisis- en el que se pueden aprovechar las ventajas de las economías de opción, siempre dentro del marco de la legalidad. La mejora del escenario económico mundial y la mayor visibilidad en la zona euro son factores que han contribuido positivamente a un aumento del 230% en creación de Sicav respecto al año 2012. De 36 a 119.  La cantidad del conjunto del año, superará las 121 que se crearon en 2008, cuando estalló la peor crisis planetaria desde la Gran Depresión.

Así pues, y valga la paradoja, este es el momento de ahorrar para los más rezagados. Entre las compras de regalos navideños, de turrones, polvorones y tortas escaldadas; de árboles y lucecitas, de viajes a esquiar y aglomeraciones en los centros comerciales; habrá que sacar la hoja, el lápiz y la calculadora y aprender a sacar el mejor partido a nuestra declaración de la Renta, con la esperanza de vaciar un poco menos nuestros bolsillos.

(Texto documentado con noticias extraídas del diario 'Cinco Días' y de 'La Voz de Galicia')



lunes, 9 de diciembre de 2013

La culpa es nuestra

En este país cuesta mucho hacer autocrítica. Siempre es mejor echarle la culpa al vecino, al político de turno, a las inmobiliarias, a los alemanes, al fútbol, a las empresas, a los bancos… y mientras, nosotros nos lavamos las manos. ¿Qué culpa tengo yo de haberme quedado en el paro? ¿De que nadie compre casas? ¿De que los políticos sean corruptos? ¿De que vivamos en un país donde se gasta más de lo que se tiene? Pues ahí está el quid de la cuestión. Gastamos más de lo que teníamos. Vivimos por encima de nuestras posibilidades. Nos empeñamos en que todo estaba bien, que eramos los reyes del mundo. Y de repente nos chocamos contra nuestra propia ignorancia. 

Como bien dice Antonio Muñoz Molina, reciente premio Príncipe de Asturias de las Letras, "nada es tan sólido que no pueda desvanecerse mañana mismo en el aire". Es algo en lo que llevo reflexionando desde hace unos años, cuando la misma gente que se quejaba de lo mal que estábamos, se dedicaba a viajar por Europa, salir de fiesta tres veces por semana y vivir como si una vez acabado el dinero, pudiera luego crecer del árbol de la esquina.

La culpa de esta crisis es nuestra, en primera persona. Lo dice Muñoz Molina en 'Todo lo que era sólido'. Nos hemos acostumbrado muy fácilmente a vivir por encima de nuestras posibilidades, pero el pasado ya es un lujo que no nos podemos permitir. Ahora, que somos conscientes de las altas cifras de paro, de la enorme deuda emitida por el Estado, de los casos de corrupción que cada vez más proliferan entre nuestros políticos... nos damos cuenta de que lo que ahora nos parece tan claro era invisible mientras sucedía. Nadie pudo ver los indicios que nos llevaron al desastre. Al contrario, los expertos vaticinaban un crecimiento económico exponencial. España se salía del mapa. Y vaya, se salió de verdad.

La culpa es nuestra, y el primero que me 'dio' la razón fue Leopoldo Abadía, en su libro 'La hora de los sensatos'. El escritor aragonés argumentó que si hubiéramos gestionado bien nuestra economía, y si el gobierno lo hubiera hecho de la misma forma que lo hace una ama de casa para llegar a fin de mes, probablemente ahora no estaríamos en crisis. Encontré una entrevista en la que le preguntan a Abadía de quién es la culpa. Él lo tiene claro, la gente no reconoce "que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. A quien dice “¡Yo, no!”, yo le respondo: tú, también. Porque has cogido un AVE que no tenía que existir, te has montado en una línea aérea innecesaria..., etc".

Pero volvamos a 'Todo lo que era sólido'. Un libro imprescindible, en el que se cuentan todas las penurias de este país -y sorprendentemente, también sus virtudes-; en el que se muestra, con datos y ejemplos clarificados, lo que ha provocado el desmantelamiento de la economía española. Desde monstruosos edificios que no sirven para nada hasta cientos de embajadas de las comunidades autónomas por todo el mundo. De fiestas kilométricas -en tiempo y espacio- a coches de lujo. "Había que construir nuevos edificios para albergar los recién inventados organismos, había que adquirir y restaurar palacios viejos, encargar reformas y restauraciones a arquitectos amigos, llenarlos de mobiliario moderno para señalar las diferencias con la vieja administración obsoleta. [...] Casi cualquier gasto era factible, a condición de que se dedicara a algo superfluo".

Y entre esos ejemplos clarificados de gasto innecesario el autor destaca, sobre todo, las fiestas y procesiones. En Orihuela, hace poco, la noticia de que el Ayuntamiento iba a pagar casi 53.000 € a David Bustamante por actuar en la Gala de la Juventud desató numerosas críticas tanto de ciudadanos oriolanos como de las poblaciones vecinas. En lugar de utilizar el poco dinero disponible en sanidad, educación e investigación científica, el pueblo se ha dedicado a vivir de pan y circo, hasta que no le ha quedado pan.

Hay una frase que resume todo lo anterior y simplifica el porqué de todo esto:

"Cuando la barbarie triunfa no es gracias a la fuerza de los bárbaros sino a la capitulación de los civilizados". 


viernes, 6 de diciembre de 2013

Todo está bien

A veces, los que vivimos en este lado del mundo y en esta época que puede considerarse 'pacífica' en todos los sentidos, creemos que todo está bien. Que no hay violencia, que se acabaron las guerras de antaño, que la discriminación racial se acabó para siempre. Lamentablemente, eso no es así. Muchos países siguen sufriendo atrocidades que pocos podríamos imaginar de no verlas con nuestros propios ojos.


Escribo esto una bonita mañana de invierno, mirando de vez en cuando por la ventana y sabiendo que todo está en paz. Tecleo mi ordenador tranquilamente, sin pensar que de un momento a otro puede estallar una bomba al otro lado del edificio. Y pienso que aquí, en mi pueblo y en mi país, vivimos en el siglo XXI; pero mientras, al otro lado del mundo, todavía no saben qué es la libertad.

Y escribo esto porque a muchos les pasa, estoy seguro. Eso de pensar que todo está bien. Si no enciendo la televisión y pongo el canal de las noticias, todo está bien. Si he tenido la suerte de vivir en esta parte del hemisferio, aquí y ahora, todo está bien. Quizás todo está bien porque hace cientos de años mucha gente luchó porque esto estuviera bien. Las grandes injusticias de la humanidad no se acabaron porque al dictador de turno se le pasara por la cabeza que estaba destrozando las esperanzas de miles de personas. Acabaron porque grandes hombres y mujeres lo hicieron posible. Hombres y mujeres que vivieron en sus propias carnes las atrocidades de las que les hablaba. 

Y es que existieron, existen y existirán pocas personas capaces de movilizar a miles en busca de la paz y la libertad. Muchos países en guerra las buscan desesperadamente, como si estuvieran escondidas en alguna parte. Sudáfrica fue uno de los territorios africanos en los que la presencia colonial europea fue más temprana. Primero holandeses y después británicos se instalaron de forma permanente para hacer de este país un objeto de codicia a costa de sus habitantes, relegados a un plano secundario, discriminados por su tono de piel y despojados de sus derechos.

En ese país, en el que la mayoría negra vivía marginada de la riqueza, el bienestar y la participación política, pero en el que todo se sustentaba en su trabajo, fue en el que nació el hombre llamado a acabar con semejante injusticia. Nelson Rolihlahla Mandela. Fue responsable de que el Congreso Nacional Africano, principal partido político de la comunidad negra, abandonase su política de protesta para adoptar estrategias más propias de los que luchaban contra el colonialismo. Por ello, estuvo encerrado casi una tercera parte de su vida, pero su espirítu siguió en las calles. Miles de personas no habían visto jamás su cara, pero coreaban su nombre como símbolo contra lo que llamaban esclavitud. Salió de prisión con setenta años, dispuesto a gobernar un país que había conseguido acabar con el apartheid y recuperar así la fe en el ser humano.

Historias como la de Nelson Mandela son las que te reconcilian con la humanidad. Un hombre que fue reprimido constantemente, que sufrió lo mismo que tantos de sus compatriotas, que fue despojado de su libertad durante más de treinta años, y que al salir de la cárcel tuvo la capacidad de dejar de lado su dolor y resentimiento personales para lograr una meta guiada por el interés colectivo. Anoche murió una parte de nosotros, un trocito que viene a recordarnos lo importante que es luchar por nuestros derechos, pero sobre todo, lo importante que es hacerlo sin sed de venganza.

Si hoy todo está 'bien', es gracias a personas como Nelson Mandela.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

¿Un respiro?



Da la casualidad de que en los días en los que no voy a la Universidad y parece que voy a tener un respiro, resulta todo lo contrario. El tiempo se acorta y las cosas por hacer se amontonan mientras surgen cada vez más y más. Esta mañana he hecho una entrevista de casi dos horas, luego he ido a la Cooperativa Eléctrica, a echar gasolina, al Dermatólogo -y resulta que el doctor estaba en Bulgaria-, al Ociopía y de vuelta a casa. Y por la tarde, trabajo intensivo con los comercios de CDS Noticias. Llegas a casa y en mi cabeza no deja de dar golpes la palabra 'RESPONSABILIDAD', esa que me lleva dando la vara desde hace un tiempo. Y piensas que el respiro no llega hasta que decides tirarte en la cama a ver la película de cada noche. Hoy, "Historia de un crimen". A ver qué tal.

PD: El lunes fue un día horrible, pero una vez más el programa de radio me iluminó la cara, y la comida en el "Brasa y Leña" me hizo disfrutar como un niño pequeño.

PD2: Pensaba afeitarme uno de estos días, pero el destino ha querido que me encuentre con estas 10 razones por las que no debería hacerlo. La mayoría son de chorra, pero la nº 7 pesa por encima de todas. No me afeito.

PD3: La foto es con Samuel en el Esperanza Lag de Elche. Invitados de lujo hace unas semanas.