Por favor, que tradiciones como estas nunca se pierdan. Todos los años, desde 2008, nos juntamos los de siempre -a veces más, a veces menos- para ir a Alicante el Día de los Inocentes. Comer porras con chocolate, ir al Fnac, al Ale-Hop, a la Casa del Libro -donde me tiro dos horas para seleccionar mis compras- y a gastarle, como siempre, la misma inocentada a los dependientes del Corte Inglés: "Hola, queremos un traje para la boda de nuestro primo, que se casa". Por un día, nos sentimos elegantes, aunque sea en un probador, nos hacemos las fotos y nos vamos no sin decirle al dependiente que "me gusta, pero tengo que preguntarle a mi madre".
Ya son seis años. Se dice pronto. Y esta foto refleja exactamente que, por mucho que pase el tiempo, hay cosas que todavía perduran. Por muchas más 'excursiones comeboyeras'.
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