No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
____________________________________________________________________________________

lunes, 9 de diciembre de 2013

La culpa es nuestra

En este país cuesta mucho hacer autocrítica. Siempre es mejor echarle la culpa al vecino, al político de turno, a las inmobiliarias, a los alemanes, al fútbol, a las empresas, a los bancos… y mientras, nosotros nos lavamos las manos. ¿Qué culpa tengo yo de haberme quedado en el paro? ¿De que nadie compre casas? ¿De que los políticos sean corruptos? ¿De que vivamos en un país donde se gasta más de lo que se tiene? Pues ahí está el quid de la cuestión. Gastamos más de lo que teníamos. Vivimos por encima de nuestras posibilidades. Nos empeñamos en que todo estaba bien, que eramos los reyes del mundo. Y de repente nos chocamos contra nuestra propia ignorancia. 

Como bien dice Antonio Muñoz Molina, reciente premio Príncipe de Asturias de las Letras, "nada es tan sólido que no pueda desvanecerse mañana mismo en el aire". Es algo en lo que llevo reflexionando desde hace unos años, cuando la misma gente que se quejaba de lo mal que estábamos, se dedicaba a viajar por Europa, salir de fiesta tres veces por semana y vivir como si una vez acabado el dinero, pudiera luego crecer del árbol de la esquina.

La culpa de esta crisis es nuestra, en primera persona. Lo dice Muñoz Molina en 'Todo lo que era sólido'. Nos hemos acostumbrado muy fácilmente a vivir por encima de nuestras posibilidades, pero el pasado ya es un lujo que no nos podemos permitir. Ahora, que somos conscientes de las altas cifras de paro, de la enorme deuda emitida por el Estado, de los casos de corrupción que cada vez más proliferan entre nuestros políticos... nos damos cuenta de que lo que ahora nos parece tan claro era invisible mientras sucedía. Nadie pudo ver los indicios que nos llevaron al desastre. Al contrario, los expertos vaticinaban un crecimiento económico exponencial. España se salía del mapa. Y vaya, se salió de verdad.

La culpa es nuestra, y el primero que me 'dio' la razón fue Leopoldo Abadía, en su libro 'La hora de los sensatos'. El escritor aragonés argumentó que si hubiéramos gestionado bien nuestra economía, y si el gobierno lo hubiera hecho de la misma forma que lo hace una ama de casa para llegar a fin de mes, probablemente ahora no estaríamos en crisis. Encontré una entrevista en la que le preguntan a Abadía de quién es la culpa. Él lo tiene claro, la gente no reconoce "que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. A quien dice “¡Yo, no!”, yo le respondo: tú, también. Porque has cogido un AVE que no tenía que existir, te has montado en una línea aérea innecesaria..., etc".

Pero volvamos a 'Todo lo que era sólido'. Un libro imprescindible, en el que se cuentan todas las penurias de este país -y sorprendentemente, también sus virtudes-; en el que se muestra, con datos y ejemplos clarificados, lo que ha provocado el desmantelamiento de la economía española. Desde monstruosos edificios que no sirven para nada hasta cientos de embajadas de las comunidades autónomas por todo el mundo. De fiestas kilométricas -en tiempo y espacio- a coches de lujo. "Había que construir nuevos edificios para albergar los recién inventados organismos, había que adquirir y restaurar palacios viejos, encargar reformas y restauraciones a arquitectos amigos, llenarlos de mobiliario moderno para señalar las diferencias con la vieja administración obsoleta. [...] Casi cualquier gasto era factible, a condición de que se dedicara a algo superfluo".

Y entre esos ejemplos clarificados de gasto innecesario el autor destaca, sobre todo, las fiestas y procesiones. En Orihuela, hace poco, la noticia de que el Ayuntamiento iba a pagar casi 53.000 € a David Bustamante por actuar en la Gala de la Juventud desató numerosas críticas tanto de ciudadanos oriolanos como de las poblaciones vecinas. En lugar de utilizar el poco dinero disponible en sanidad, educación e investigación científica, el pueblo se ha dedicado a vivir de pan y circo, hasta que no le ha quedado pan.

Hay una frase que resume todo lo anterior y simplifica el porqué de todo esto:

"Cuando la barbarie triunfa no es gracias a la fuerza de los bárbaros sino a la capitulación de los civilizados". 


No hay comentarios:

Publicar un comentario