No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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viernes, 6 de diciembre de 2013

Todo está bien

A veces, los que vivimos en este lado del mundo y en esta época que puede considerarse 'pacífica' en todos los sentidos, creemos que todo está bien. Que no hay violencia, que se acabaron las guerras de antaño, que la discriminación racial se acabó para siempre. Lamentablemente, eso no es así. Muchos países siguen sufriendo atrocidades que pocos podríamos imaginar de no verlas con nuestros propios ojos.


Escribo esto una bonita mañana de invierno, mirando de vez en cuando por la ventana y sabiendo que todo está en paz. Tecleo mi ordenador tranquilamente, sin pensar que de un momento a otro puede estallar una bomba al otro lado del edificio. Y pienso que aquí, en mi pueblo y en mi país, vivimos en el siglo XXI; pero mientras, al otro lado del mundo, todavía no saben qué es la libertad.

Y escribo esto porque a muchos les pasa, estoy seguro. Eso de pensar que todo está bien. Si no enciendo la televisión y pongo el canal de las noticias, todo está bien. Si he tenido la suerte de vivir en esta parte del hemisferio, aquí y ahora, todo está bien. Quizás todo está bien porque hace cientos de años mucha gente luchó porque esto estuviera bien. Las grandes injusticias de la humanidad no se acabaron porque al dictador de turno se le pasara por la cabeza que estaba destrozando las esperanzas de miles de personas. Acabaron porque grandes hombres y mujeres lo hicieron posible. Hombres y mujeres que vivieron en sus propias carnes las atrocidades de las que les hablaba. 

Y es que existieron, existen y existirán pocas personas capaces de movilizar a miles en busca de la paz y la libertad. Muchos países en guerra las buscan desesperadamente, como si estuvieran escondidas en alguna parte. Sudáfrica fue uno de los territorios africanos en los que la presencia colonial europea fue más temprana. Primero holandeses y después británicos se instalaron de forma permanente para hacer de este país un objeto de codicia a costa de sus habitantes, relegados a un plano secundario, discriminados por su tono de piel y despojados de sus derechos.

En ese país, en el que la mayoría negra vivía marginada de la riqueza, el bienestar y la participación política, pero en el que todo se sustentaba en su trabajo, fue en el que nació el hombre llamado a acabar con semejante injusticia. Nelson Rolihlahla Mandela. Fue responsable de que el Congreso Nacional Africano, principal partido político de la comunidad negra, abandonase su política de protesta para adoptar estrategias más propias de los que luchaban contra el colonialismo. Por ello, estuvo encerrado casi una tercera parte de su vida, pero su espirítu siguió en las calles. Miles de personas no habían visto jamás su cara, pero coreaban su nombre como símbolo contra lo que llamaban esclavitud. Salió de prisión con setenta años, dispuesto a gobernar un país que había conseguido acabar con el apartheid y recuperar así la fe en el ser humano.

Historias como la de Nelson Mandela son las que te reconcilian con la humanidad. Un hombre que fue reprimido constantemente, que sufrió lo mismo que tantos de sus compatriotas, que fue despojado de su libertad durante más de treinta años, y que al salir de la cárcel tuvo la capacidad de dejar de lado su dolor y resentimiento personales para lograr una meta guiada por el interés colectivo. Anoche murió una parte de nosotros, un trocito que viene a recordarnos lo importante que es luchar por nuestros derechos, pero sobre todo, lo importante que es hacerlo sin sed de venganza.

Si hoy todo está 'bien', es gracias a personas como Nelson Mandela.


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