No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
____________________________________________________________________________________

sábado, 4 de julio de 2015

Mi compañero




Mi compañero de piso se levantaba siempre muy tarde. Tenía el horario cambiado, y como los búhos, dormía por las mañanas y vivía por las noches. Cómo yo con la Copa América, vamos. Siempre aparecía en gayumbos, con la cara hecha un asco y los ojos a punto de reventar. Cogía su móvil, respondía los 20.000 whatssaps pendientes -y dejaba 20.000 más para más tarde-, cogía el ordenador y se ponía a leer artículos sin parar. Quizá fueran las 15 h, pero él no tenía hambre, nunca. Hasta que le ponía un plato de macarrones a la carbonara en la mesa. Entonces engullía como si de un pato se tratara.

Luego se tiraba en el sofá y se quedaba viendo Zapeando mientras trataba de responder los 20.000 whatssaps de antes. A veces, se iba al aseo, y tenía miedo de que nunca jamás volviera. Si nos teníamos que ir a un sitio, la palabra 'ducha' se convertía en 'interminable'.  Por la noche, como digo, había que vivir. Salir de fiesta, gastarse un dineral en pubs y taxis. O sino, todo lo contrario: apagar todas las luces y ver capítulos de Juego de Tronos como salvajes.

A mi compañero le encantaba la televisión. O los documentales. O ver películas a destajo.  o vídeos de goles. Y leer artículos científicos o de curiosidades. Le molaba fumar cachimba, beber tinto de verano, comer hamburguesas -la Monster- cuando estoy a dieta y, entre él y José, acabar con todas las existencias de leche en el piso. No era un tipo sucio, pero nunca supo poner el lavavajillas, y creo que tampoco la lavadora. Se planchó una camisa en hora y media, eso sí.

De mi compañero de piso conocía muchas cosas. Llevamos juntos ocho años, joder. Para mí es como un hermano. He vivido con él  ocho meses y no he aprendido nada importante de él. Sólo los pequeños detalles. Lo bueno, lo mejor, ya lo conocía. La única diferencia entre hace ocho meses y ahora es que entonces era el tío más afortunado del mundo por vivir con Sergio Berenguer, y ahora, cada día que pasa desde que se fue, siento un vacío imposible de llenar.

La mayor putada de todas en el día de hoy, el día de su cumpleaños, es no poder felicitarle en persona. No poder celebrarlo con él. No poder escribir esto en la pizarra de la pared en lugar de en este blog -aunque se ha librado de leer mi letra infernal-. Sólo espero que pase un día genial, como él sólo sabe, porque se merece todo lo bueno de este mundo. Porque aunque ya no sea mi compañero de piso, siempre será compañero de vida. Siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario