No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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domingo, 24 de mayo de 2015

Cambridge: Capítulo 1




Escribo desde Cambridge, un lugar famoso en todo el mundo por su Universidad, y desde ahora por albergar a una las mejores personas que se conocen. Francisco Javier Fenoll decidió pasar un año aquí, entre guiris. Y como le llamamos para quedar y dijo que si íbamos a su casa... ¿Pues por qué no?

Así que nos embarcamos mi amigo Berenguer y yo en un avión que zarpaba a las seis de la mañana, después de habernos hinchado en el Tigre -lo que adoramos el Tigre- y de haber tomado algo por última vez en la Risueña. Una última Copa en un lugar castizo, español -aunque el 70% de los clientes eran sudamericanos-. Lo que vendría después serían cervezas, cocteleras y más cervezas. Pero antes, la matada del siglo.

Llegamos al aeuropuerto sobre las 4:30, algo contentos por los litros de cerveza y tinto de verano en el cuerpo. Gran momento el de estar esperando a que llegara la chica al mostrador de la puerta de embarque y que los cientos de personas allí sentados se levantaran al instante, como si acabaran de abrir un Mediamarkt el día de la salida de la PlayStation 5. A Sergio le pusieron en la cola PRIORIDAD y a mi en LA OTRA FILA. Sí, como si fuera pasajero de tercera clase. Luego, en el avión, nos pusieron a 20 asientos de distancia, pero la matada fue tal que casi dio igual. Como siempre, despegar fue genial. Aterrizar... bueno, me pegué un susto de muerte. Yo estaba esperando con los ojos cerrados porque habían dado el aviso hacía ya 10 minutos. Así que cuando di el respingo, la pareja de sudamericanos sentada junto a mí se descojonó en mi cara.

Llegamos a buena hora al auropuerto de Londres -una hora antes, jeje (me maten)-, lo malo es que nos encontramos con una cola espectacular para enseñar el DNI. Era triste ver mi cara de muerto, con una moquita infernal, y repitiéndome la salsa que le echan a todo en el Tigre. Lo mejor fue la conversación con el del control, demostrando que mi inglés sigue siendo genuino.

Hombre: ¡Hola!
Yo: Hello!... ¡Hola!
Hombre: From Madrid?
Yo: ... Yeeees!
Hombre: How many days?
Yo: Um..... four!
Hombre: London?
Yo: ... Yeeeees. And Cambridge.
Hombre: Ahhhh! Okei, Okei. Bye!
Yo: Bye!

Llegamos a la estación de autobuses diez minutos antes de que saliera nuestro autobús. Fenoll nos dijo que creía que era el 19, y la operaria nos lo confirmó. Sin embargo, un buen rato después de la hora de salida, le pregunté Where is my bus? y la chica me dijo que ¡OHH! Tienes que cambiar los billetes. No nos lo podíamos creer. Luego resultaba que la operaria se llamaba Marissa, sabía español y se había equivocado, era el 17. Pero nos cobraron 11 libras más, sin ningún problema. Fuckin Marissa.

Dos horas y pico después, cogimos el autobús dirección Cambridge. En unos asientos acolchados, propios de una zona VIP, caímos rendidos hasta llegar al centro del pueblo, donde esperaba Fenoll con una bici, un papel donde nos decía todo lo que teníamos que hacer para llegar a casa sanos y salvos y una llave doblada. Es un genio.



Llegamos en perfectas condiciones, gracias a las indicaciones de Fenoll. Al entrar a la casa, nos dijo que no había nadie y que su habitación era la de enfrente de las escaleras. Lo que obvió fue que la habitación estaba SUBIENDO las escaleras, no en el piso de abajo. Entramos a la habitación y apareció una chica recién salida de la ducha chillando como una posesa. Estuvimos a un pelo de Antonio Resines de verla completamente desnuda.

En el papel ponía que abriéramos su armario. Estaba lleno de todo tipo de  guarrerías de chocolate: nutella, mini-napolitanas, kinder bueno, galletas... comimos unos sandwiches y fuimos al centro, donde nos esperaba nuestro amigo y una chica de Jaén, Ana, que se apuntó al maravilloso plan de ver Eurovisión mientras nos hinchábamos a beber cerveza. Fue en un pub de Ely, un pueblo cercano a Cambdrige, donde nos comimos una hamburguesa legendaria, conocimos al disparatado profesor de Fenoll, vimos actuar a Edurne sin sonido y bebimos chupitos de Jagger y cerveza en las jarras que usa mi madre para guardar el agua.





Reconozco que NO pude votar a Edurne. Era la primera vez que estaba fuera de España en Eurovisión, y los ingleses me torpedearon para que no pudiera llamar ni mandar sms. Hay un amaño importante en este sentido. Pero bueno, disfruté diciéndole a un aficionado del ManU que De Gea se iba a Madrid porque echaba de menos a su girlfriend. Y de regalo, les dábamos a Bale. Se indignó completamente, como si Gareth fuera Faubert en sus peores tiempos.

Después nos fuimos al Regal -creo que se llamaba-, una especie de Discoteca elegante pero plagada de guiris borrachos. Lo mejor eran los camareros, casi todos disfrazados. Uno iba de soldado imperial de Star Wars, otro de Gandalf... y estos de la foto, ni puñetera idea.



Llegamos a casa después de que un taxi conducido por un colombiano nos pusiera 'Dime si conmigo quiereh hacer travesurah' y tras parar en un cajero que no nos dejó sacar dinero -le pagamos en euros-. Esperamos una hora a que llegara Fenoll, que había ido a por la bici -y a comer algo en el McDonald. Caímos rendidos a la espera de un nuevo día, éste del que estamos disfrutando ahora mismo. El viaje no empieza nada mal.


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