No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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jueves, 11 de febrero de 2016

VEINTICINCO

En UN solo intento Arturo sacó la espada de la piedra en la película de Disney 'Merlín el Encantador', esa que vi cientos de veces en mi feliz infancia, antes de acostarme a dormir junto a mi conejo verde de peluche.



Barcelona, que transporta en barco alrededor de DOS millones de pasajeros anuales, fue la primera ciudad a la que viajé teniendo constancia de ello. De aquellos días recuerdo pocas cosas (un gorila blanco, un libro de los Picapiedra, un amigo calvo de mis padres), pero todas fueron maravillosas.



Alessandro Del Piero, que jugó TRES mundiales con Italia de los cuales ganó uno, nació el mismo día que mi hermano. De meterme con él en el parque -de estos de casa- hasta irme de cañas con él en Madrid. Sin duda recuerdo mucho mejor los buenos momentos que los malos.

Más de CUATRO veces vimos al Coyote ser humillado por el Correcaminos la noche que nació mi hermana, en uno de los días más felices de mi vida.



El CINCO de octubre de 2003 fui por primera vez al Santiago Bernabéu, con mi tío. El Madrid ganó 2-1 con doblete de Ronaldo, Figo falló un penalti y yo flipé en colores de estar en el lugar más espectacular del mundo.



Menos de SEIS segundos tardaba en bajar al recreo en el Primo de Rivera para poder comprar una torta de tomate. Se agotaban enseguida.



SIETE goles fueron los que se anotaron en el partido en el que marqué mi primer gol en una Liga de Colegios. Un balón largo del portero, me quedé solo frente al meta rival, paró mi remate pero metí el rechace. Todavía recuerdo que me tiré al suelo tras marcar y todos se abalanzaron sobre mí. El gol rompía el empate a tres y nos daba la victoria.

A las OCHO de la noche más o menos era la hora a la que solía ir al 'ciber' porque en mi casa me prohibieron el internet. Allí actualizaba el fotolog y navegaba por todo tipo de webs, pero sobre todo hablaba por Messenger con la mejor persona que he conocido. Córdoba.



Un NUEVE fue la nota final que me pusieron en Dramatización por interpretar a un inglés parlanchín y un vagabundo cojo en una obra de teatro de la Revolución Francesa. Aquellos ensayos y los elogios recibidos tras las interpretaciones son de lo mejor que me llevo de la Purísima.



El DIEZ era el dorsal que llevaba Dennis Bergkamp el día que le homenajeron en el estreno del Emirates Stadium, donde yo estuve gracias a mi casera en Londres, en el año 2006. Fue el primer viaje que hice yo solo.



ONCE fueron las veces que tuve que repetir 'Bayuyu' para que al final me saliera 'Babayu', palabra que me enseñaron mis amigos los asturianos en el que fue, junto a ellos, Adrián (el 'Yonki'), el Hierro, Gloria y muchos más, el mejor verano de mi vida.



Cerca de DOCE segundos tardó en arder el mítico '40 grados', la primera discoteca a la que fui -recuerdo que tenía 17 años y me dejé barba para que no me pidieran el DNI- y en la que compartí grandes momentos, sobre todo con Demetrio, Dani y Fran.



Alrededor de TRECE partidos -puede que más- narré con un megáfono en el patio del Instituto, el lugar donde conocí a muchos de los que hoy son mis amigos, y donde viví años inolvidables. No se qué habría sido de mí de no haber pasado por allí.



Probablemente fueron CATORCE cubatas por noche los que nos bebimos en el Crucero por el Mediterráneo en el viaje de graduación del Instituto, puede que el mejor que haya hecho en mi vida.



Un QUINCE de febrero de 2011, en la fría noche de Valencia y en el más absoluto silencio de Mestalla, viví el gol más sentimental y emocionante de mi vida. Gracias, Raúl.



Unas DIECISÉIS veces habré visto este vídeo, en el que cantamos todos juntos la canción del Bucanero Homosexual en los Carnavales de Alicante. Sin duda, pocos momentos de éxtasis y felicidad mayores que éste. La mejor representación de alegría jamás vista.



Puede que ya por el programa DIECISIETE estuviéramos algo más rodados en lo que venía a ser nuestra primera experiencia periodística. Hacer 'Córrete la Banda' con Sergio, José, Adrián y Jesús ha sido una de las mayores y gratas experiencias de mi vida.



No los conté, pero seguro que fueron más de DIECIOCHO los vasos de calimocho que bebí en mi primer Bando de la Huerta, sin duda la más grandiosa y feliz borrachera de mi vida. Jamás olvidaré -salvo ciertas cosas- aquel día.



Al menos DIECINUEVE calamares me comí el día que por fin pusieron frescos en el comedor del hotel de Torremolinos, en un viaje que ahorramos durante un año y que disfruté con lo mejor de lo mejor. Hay que hacer más como ese.



VEINTE alumnos se fueron del examen de Derecho cinco minutos después de que empezara, un examen que aprobé por los pelos y que certificó mi título de Graduado en Periodismo. Alegría máxima.



VEINTIÚN años tenía cuando me saqué el carnet del coche a la primera, una de los cosas -por lo torpe que soy- de las que más orgulloso me siento.



Un VEINTIDÓS de noviembre escribí el primer tweet de @CDS_Noticias, lo que sería el comienzo de un medio que hoy tiene web, revista y pronto, una radio. De todas las cosas por las que podría sentirme orgulloso, esta es la mayor.



Un VEINTITRÉS de octubre de 2014 aterricé en la ciudad donde siempre soñé vivir, la que me ha dado grandes momentos en grandes lugares, y la que me ha hecho conocer personas a las que nunca podré olvidar. Gracias Madrid.



Con VEINTICUATRO años vi mi nombre, David Orenes Almira, por primera vez en la web de uno de los periódicos más prestigiosos del mundo. El día que me publicaron la entrevista a Carlos Aitor -siempre en deuda contigo- fue uno de los más felices de mi vida.



VEINTICINCO años es lo mismo que un cuarto de siglo, o que dos décadas y un lustro, y si me pongo a contar las semanas, los días, los minutos o los segundos que es eso me tiro ahora mismo por el balcón. Torturarse por la edad es una tontería, pues lo importante es poder disfrutar cada momento para que luego, al mirar atrás, recuerdes muchas más cosas buenas que malas. Como yo hoy :)




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