No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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martes, 11 de febrero de 2014

El niño que siempre fui

Otro año más. Sí, yo soy de esas personas que, si fuera por ellas, no cumpliría años a partir de los dieciocho. Los diecinueve me dolieron, pero se llevaron bien. Los veinte fueron horribles. Los veintiuno y veintidós fueron más agradables. Pero los veintitrés... No los aguanto. Desde anoche a las 00:00, me siento más viejo que antes y aunque parece que estoy exagerando, siento como si no estuviera disfrutando la vida lo suficiente. Como si hubiera gastado muchos años de mi vida en tonterías.



He madurado mucho estos años. Lo sé. También sé que dentro de mí sigue habiendo un niño pequeño que espero no desaparezca nunca. A ese niño le sigue gustando ver películas de Disney, le encantan los cruasanes de chocolate, se iría a la montaña a plantar un pino con su padre y daría lo que fuera por estar a los pies de los Reyes Magos pidiéndoles los regalos de Navidad.

Por eso, hoy me he levantado con ganas de no tener veintitrés años. Me he quitado la barba de vagabundo que llevaba, me he puesto ropa más o menos juvenil, y me he puesto a escuchar canciones de hace mucho tiempo. Da la casualidad de que esta tarde ha sido la primera desde que iba al colegio que tengo clase en la Universidad. Luego unas galletas para merendar, y ahora aquí sentado, en el sillón de mi habitación, pensando al igual que la cantante de la Oreja de Van Gogh, que en realidad me gustaría cumplir un año menos. Sería genial vivir en el País de Nunca Jamás, ¿verdad? O ser como Benjamin Button, aunque subiendo y bajando -de los 23 a los 5 años, y viceversa-.

Sí, parece mentira que el día de mi cumpleaños se haya vuelto un día más bien amargo. Que en lugar de querer que llegue lo antes posible, desear que pase cuanto antes. De decirle a todo el mundo que tengo un año más, a callarme para no dar la nota. Yo siempre he dicho que el día de cumpleaños de cualquier persona es un día especial, en el que se debe sonreír todo el rato, en el que comes tu plato favorito, haces lo que te da la gana -sin pasarse- y lo celebras a lo grande con tus amigos. Luego yo soy un poco hipócrita, y me alejo de todo eso. Ni siquiera tengo pensado celebrar nada. Pero es la pura verdad.

Quizás dentro de un año maldiga los 24, que también serán horribles -aunque no tanto como los 25-, pero hay una idea que se me quedó grabada hace tiempo y que aplico siempre desde entonces: Los años se cumplen, sí, la mente madura, también, pero el que quiere ser joven lo es toda la vida. Solo hay que echarle imaginación. Ponte a ver Oliver y Benji. Juega con tus peluches de toda la vida. Merienda la mona de todos los jueves. Escucha las canciones que ponía tu padre en el coche cuando eras pequeño. Y jamás pierdas el sentido del ridículo.

Sé el niño que siempre fuiste.


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