No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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viernes, 28 de febrero de 2014

La mejor persona del mundo




Escribí hace unos cuatro años un libro autobiográfico de más de seiscientas páginas, que cuando lo leo me doy cuenta de lo estúpido y patético que era, pero me sirve también para comprobar lo que tenía y ahora no tengo, y viceversa. Es increíble, porque hay muchos sentimientos que ahora se han evaporado completamente, y pensamientos que creías tener y ahora son solo hojas de papel encuadernadas, encerradas en el canapé de tu cama. 

Sin embargo, hay cosas que no cambian. Allá por 2010, yo era una persona muy sentimental. Quería expresar amor y amistad por los cuatro costados, quería hacer que la gente de mi alrededor se sintiera siempre a gusto y feliz. Porque me lo habían dado todo, yo era un chico que no tenía ni idea de lo que era la vida, ni estar unido a alguien, ni era capaz de querer al prójimo de una forma tan especial.

Mi vida cambió el día que conocí a Sara. El día que me atreví a hablarle por messenger, después de haberla visto cientos de veces de camino a casa paseando al perro. A veces nos mirábamos, como diciendo: "Te conozco, estoy hasta el moño de verte todos los días" pero daba la sensación -por lo menos a mi- de que cuando uno de los dos no aparecía en esa misma calle, alrededor de las dos menos cuarto, no era un día normal.

Ojalá pudiera volver al pasado y chocarle los cinco a mi antiguo 'yo', ese que quiso conocer a esa persona tan especial. Porque entonces descubrí lo que se puede querer a una persona. Lo que es preocuparte por alguien, querer que sea feliz, no poder estar un día sin saber si está bien o mal. Necesitar hablar con ella para seguir viviendo. Todos los problemas, inquietudes o depresiones que haya podido tener en los peores años de la adolescencia, se convirtieron en pasajeros gracias a ella. Creo que no he conocido a nadie que consiga, como ella, convertir un día gris en un día soleado.

Por eso siempre me acuerdo de cómo le decía, una y otra vez, hace años, que era la mejor persona del mundo. ¿Se puede soltar algo así, sin más, sin pensarlo? Por supuesto. Estoy seguro de que muchos lo hacen. Está claro que no puedes conocer a los más de siete mil millones de habitantes que pueblan este planeta, decir que alguien es la 'mejor persona del mundo' es una exageración, una frase hecha. La dices cuando tu pareja te lleva el desayuno a la cama, cuando un amigo te saca de un aprieto, cuando un compañero de trabajo te cambia el turno... 

Pero yo a Sara se lo decía con todo el corazón. Es difícil ser la mejor persona del mundo, incluso de mi mundo. A lo largo de tu vida conoces  a personas maravillosas, que estarías dispuesto a darlo todo por ellas porque te hacen feliz cada segundo. Pero yo no he conocido a nadie como Sara. Se lo dije cientos de veces, ella, como siempre, me decía que no, que no era posible.

Y han pasado muchos años. Obviamente nos hemos distanciado. Hemos pasado de hablar todos los días y necesitarnos el uno del otro, a charlar esporádicamente, en muchas ocasiones de asuntos menores. Quizá sea la madurez, la universidad, los caminos distintos, los tiempos cambian... Lo que sea. Sin embargo, la amistad permanece. Para toda la vida.

Hace unos años, salía de un ciber en busca de mi bicicleta, encadenada en una farola de la esquina. Cuando llegué, encontré que me la habían robado. Sólo quedaba uno de los extremos del candado roto. Era el día de mi cumpleaños y yo estaba destrozado. Entonces fui a la puerta de casa de Sara, y me dio una sorpresa increíble. Se me olvidó mi bici, mi frustración, todo. Entonces entendí que no conocería a nadie igual.

Hoy me lo ha recordado. Diecisiete días después de mi cumpleaños, se ha presentado con su coche, lo ha aparcado junto a un parque y me ha regalado una caja de galletas. No una cualquiera. Una caja de galletas que nos une: el icono de Messenger, la palabra 'Córdoba' -cosas nuestras-, el crucero que disfrutamos juntos... incluso una en la que aparezco yo, con el uniforme del Colegio de la Purísima, y ella, paseando al perro, como aquellas primeras veces en la que nos mirábamos y no nos podíamos imaginar que en el futuro seríamos lo que ahora somos.

Por eso hoy, 28 de febrero de 2014, sigo pensando que Sara es la mejor persona del mundo. Al menos de mi mundo. Porque los años pasan, el tiempo nos maltrata y las distancias nos ahogan, pero habría que ser muy gilipollas para dejar escapar a una persona tan especial. La mejor persona del mundo.


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