No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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jueves, 19 de junio de 2014

El fracaso que siempre soñé



Somos imbéciles. ¿Qué esperábamos? ¿Ganar un Mundial cada cuatro años? Como si los vendieran en el puesto de la esquina por dos duros. Como si alzar la Copa del Mundo fuera igual de fácil que comprar el pan. Absolutamente NO. Los que hemos vivido la época dorada del fútbol español nos hemos creído todas esas milongas de que somos los mejores y tenemos que ganarlo todo. Que somos invencibles. Y una mierda. Hemos sido siempre un equipo más del montón, una selección que hasta 2010 no había llegado a una final de Copa del Mundo en sus casi cien años de historia.

Supongo que ya nadie se acuerda. Hemos ganado tanto y de una forma tan inimaginable que era difícil pensar que nos podían echar en primera fase. Una cosa es confiar en tu equipo, porque han demostrado ser la mejor generación de futbolistas de nuestro país. Y otra cosa, muy distinta, es pedirles, EXIGIRLES, otro Mundial.

Algunos dirán: “No, yo de lo que me quejo es del ridículo, no puedes caer eliminado de esa forma”. Oh, sí. Se puede caer eliminado de esa forma y mil veces peor. En 1950 tres triunfos nos colgaron la etiqueta de favoritos, hasta que Brasil nos destrozó con un 6-1. No volvimos a jugar un Mundial hasta tres ediciones después, donde perdimos dos de los tres partidos de la primera fase.  Lo mismo pasó en 1966. En México 70, hicimos el ridículo a base de anti fútbol. Y no volvimos hasta 1978, cuando  otra vez caímos en primera fase con el no-gol de Cardeñosa. En nuestro Mundial, el de España 1982, la selección no pasó de la segunda fase, ganando un único partido de cinco posibles.

No conseguimos alcanzar unos cuartos de final hasta 36 años después de la última vez. Entonces, tras golear a Dinamarca, éramos los grandes favoritos. Y nos estrellamos frente a Bélgica. En 1990 no pasamos de octavos por el hueco que dejó Michel en la barrera. Luego fuimos eliminados por Italia –Tassotti- en Estados Unidos y por Corea –Al Ghandour- en cuartos de final, haciendo el ridículo en Francia 98 entre medias. 

En 2006 nos dimos el penúltimo batacazo: veníamos de ganar los tres primeros partidos, creíamos que nos comíamos el mundo, dijimos que íbamos a jubilar a Zinedine Zidane… Y él nos jubiló a nosotros.

Entre todas esas vergüenzas y desgracias, de ridículos e infortunios, apareció un oasis en 2010. España había ganado la Eurocopa con el fútbol más preciosista que se había visto en mucho tiempo. Y supimos ratificarlo en Sudáfrica. Nunca habíamos jugado unas semifinales. Mucho menos una final de Copa del Mundo. Pero la jugamos y la ganamos. Practicamos el mejor fútbol del hemisferio. Y cuando creíamos que la alegría no podía durar más, conquistamos otra Eurocopa con un 4-0 a Italia en la final. Lo nunca visto.

Los que vimos a Iniesta meter aquel gol en Johannesburgo pensamos que ya nada podía hacernos más felices. La gente que había sufrido tantos varapalos, tantas derrotas e injusticias, aquel día pudieron contar, antes de morir, que España había ganado un Mundial y ellos lo habían visto. Desgraciadamente, muchos exigieron ganarlo todo a partir de entonces.  Pero eso es imposible.

Sólo ocho países han sido campeones del Mundo. Uno es España, y lo consiguió después de ochenta años de fracasos estrepitosos. El fracaso de ayer, cuando caímos eliminados contra Chile, lo viví con nostalgia, con el recuerdo de que en un tiempo, no hace mucho, fuimos los reyes del planeta. Pero fue el fracaso que siempre soñé. Puede que encajáramos siete goles en dos partidos, que solo hayamos podido marcar de penalti, que hayamos jugado tan mal que ni siquiera pareciéramos nosotros. Pero recuerdo la victoria de hace cuatro años contra la misma selección (Chile) y doy gracias de que la derrota de ayer no fuera entonces. 

Esa victoria, con goles de Villa e Iniesta, nos llevó a ganar la Copa del Mundo. De haber perdido, el de hoy sería el enésimo fracaso, el de la impotencia, el de no poder conseguir la estrella a pesar de haberla tocado con los dedos. Pero no, la estrella es nuestra. Y nadie, absolutamente nadie, nos la puede quitar. Por eso, este fracaso es el que siempre soñé. Porque antes perdíamos por impotencia, por mala suerte, por el árbitro o porque éramos la última mierda de este planeta. Pero el fracaso de ayer fue el de después de haberlo ganado todo. Y doy gracias a Dios de haber vivido para contarlo.


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