No señores, no se ha acabado el mundo. Hemos sobrevivido al año 2012. Sin embargo, la profecía de los mayas sigue vigente. El 21 de diciembre acabó una Era y empezó otra, la Era del Conocimiento y la Sabiduría. Esta Era da paso a una purificación absoluta en la humanidad, por el bien de nuestro querido planeta y ser vivo, la Tierra. Podríamos estar hablando de otro Apocalipsis. Las profecías mayas son infalibles, por lo tanto es más que probable que los próximos años sean los últimos de tu existencia. Y en este blog vamos a disfrutarlos al máximo ;)
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miércoles, 23 de abril de 2014

Rez-de chaussée

Hablar en francés está chupado. Solo hay que poner la boca en forma de tubo, decir cualquier cosa con un toque refinado y acabar casi todas las palabras en –té (pasté de chocolaté, multé de trafiqué al canté). Fuera coñas, Javi y yo tuvimos suerte de contar con Samuel para pedir la comida, discutir con un revisor de tranvía o preguntar por una calle concreta. Aunque había veces que, para descojonarse, me decía la frase y me hacía a mí preguntar o pedir. Dicen que tengo un ‘francés amurcianado’, que, mira por donde, parece que engatusa a las francesitas.


Hice el ridículo preguntando por la casa en la que vivía San Roque en una pastelería, o si podían cambiarme billetes por monedas en un restaurante con clase. Incluso un chico de una tienda de souvenirs confundió mi petición de una postal de San Roque con un dibujo animado.

Pero en definitiva, he podido comprobar que a las francesas les pone que intentemos hablar su idioma. Sucedió en el tranvía, el mejor sitio para ligar de todo Montpellier. Conecta las partes de toda la ciudad, es rápido, barato, accesible, hay uno cada cinco minutos y lo más importante: está plagado de mujeres que, si las miras fijamente a los ojos, te devuelven la sonrisa.

Una de esas mujeres, rubia y con unos ojos preciosos, no dejaba de soltar leves risitas apoyada en la pared del tranvía, mientras veía como no decía una sola palabra bien en francés. En cuanto tuvo ocasión, se sentó a nuestro lado. Pese a que no llegó a decir una palabra, la joven no dejaba de sonreír ante mi torpeza. Una mujer mayor que estaba a mi lado sí que se reía muy a gusto. Fue entonces cuando, en una de las miradas que me dedicaba, le dije, sin más: ‘Mon amour’. Ella se rió, y me vine arriba: le dije cómo me llamaba, y le pregunté cómo se llamaba ella. “¿Mano?” entendí. Me dijo que sí, aunque creo que en realidad se llamaba ‘Manon’. Le dije que encantado y poco después tuvimos que bajar en Mosson. Recuerdo haberme despedido con un ‘Au Revoir’ y que, estando ya fuera, todavía seguía mirándome a través de la ventana.

Llegué a Montpellier sabiendo cómo se decía en francés ‘cruasán’, ‘tortilla de queso’ y ‘¿quieres dormir conmigo esta noche?’ –de la canción ‘Lady Marmalade’-. Me fui sabiendo decir unas pocas más la verdad. Diría que la que más dije durante el viaje fue ‘merci’ (gracias), pero no. Fue ‘rez-de chaussée’, que significa ‘planta baja’. ¿La razón? Nuestra ascensor tenía una vocecita que siempre nos recordaba que íbamos al ‘rez-de chaussée’, y nosotros, como auténticos paletos, la imitábamos sin éxito. No la dijimos bien ni una sola vez en cinco días.

Ver capítulo 1- Gabacholandia
Ver capítulo 2 - La Gran 'M'


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