Había ganas de ver la nueva película de Scarlett Johannson. No solo por ella (y ella es motivo gigantesco), sino por lo impactante que prometía ser. Un Japón futurista, donde casi todos los humanos se pasan a la cibernética, y donde Scarlett es (o no) la única cuyo cuerpo entero es un robot.
Un Japón agobiante, rodeado de extravagancia, donde a pesar de los avances tecnológicos y la inmensa publicidad de realidad virtual, descubrimos que gran parte de sus calles están sucias y atestadas de bloques de edificios. Un contraste que nos permite ver el daño colateral de estos avances.
En ese contexto vuelvo a nacer Scarlett. Al parecer ha sufrido un ataque terrorista mientras emigraba a Japón, ataque en el que sus padres murieron. Ella sobrevivió, pero su cuerpo quedó tan dañado que tuvo que ser transformado. Ahora es un robot con alma y espíritu humano que luchará contra el mal sin recordar nada de lo vivido. ¿Y si todo fuera una farsa?
Mucha acción, un cambio de guión constante y panorámicas espectaculares de la ciudad, pero en Ghost in the Shell me falta convicción, y sobre todo 20 minutos finales de mayor empaque (SPOILER: Scarlett acaba con un tanque, la reconstruyen y se acaba todo). Por lo demás, un film entretenido que ahonda en el lado más oscuro de la tecnología y que nos prepara para lo que puede ser el nuevo terrorismo: el ciberterrorismo.
Nota en Filmaffinity: 6
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