Acabo de ver La Bella y la Bestia. El remake del clásico de Disney. La película que llevaba esperando desde hace un año. No oculto que tenía miedo de que la adaptación fuera espantosa, aunque tanto La Cenicienta como el Libro de la Selva me habían dado esperanzas (la segunda incluso superó mis expectativas). Hoy puedo decir que la versión es más que aceptable.
Es evidente que luchar contra el film animado de 1991 era imposible. La primera película de dibujos de la historia nominada al Oscar. Se llevó dos de los seis a los que aspiraba (banda sonora y canción) en un año con auténticas obras de arte (El Silencio de los Corderos o el Príncipe de las Mareas, por poner dos ejemplazos). Por otro lado, crecí con esa cinta. La vi cientos de veces y siempre me fascinó como la primera. En Navidad la pusieron en la tele y no pude evitar más de una decena de escalofríos.
El remake, por lo tanto, debía de parecerse mucho no, muchísimo, a la obra creada por Gary Trousdale y Kirk Wise 26 años atrás. Y por suerte, es así, aunque algunos, como Jordi Costa, se quejen de ello: "A la supuesta vocación de fidelidad de Bill Condon la ha cargado el diablo, porque no solo mucho se ha perdido por el camino, sino que las nuevas aportaciones restan y no suman". También Luis Martínez: "Pese a la prudencia del guion (...) y a pesar de la vistosidad de sus números estrella, el conjunto adolece de un renqueante servilismo al original que, por momentos, crispa".
Pues lo siento, pero esa fidelidad y ese servilismo era necesario. Hay que recordar que es Disney, que es su película, y que la pretensión no era otra que realizar una copia lo más semejante posible a la original. Porque para crear una versión diferente están otras productoras (que se lo digan a ésta de 2014). Bastante me han molestado algunos de los arreglos para engordar el film [SPOILERS] (tres o cuatro canciones más, que al padre de Bella le aten a un árbol en medio del bosque y le salve la bruja, el amor entre el piano y el armario), aunque otros los considero aciertos (que Bella y su padre se liberen por su cuenta del carruaje que va al manicomio o la estelar introducción, con la bruja convirtiendo al príncipe en una bestia en medio de un espectacular baile).
Es fidedigna la escena en la que se presenta a Bella como una chica peculiar, o cuando le sirven de cenar en el castillo (qué festín), cuando le atacan los lobos o cuando baila con la Bestia al son de una de las mejores canciones de la historia del cine. Los personajes (sobre todo Lumiére) cumplen las expectativas salvo Gastón, mucho menos cruel (en la original, desprecia a su secuaz en todo momento y en ésta a veces hasta le adora).
En definitiva, y pese a mis quejas (nunca hubiese sido perfecta), estamos ante otro gran éxito de remake de Disney. Incluso el final me hizo emocionar, como cuando era niño. Tendremos que esperar con impaciencia hasta 2018, pero entonces tendremos sobre la mesa, si nada raro ocurre, Mulán, Dumbo (dirigida por Tim Burton), Peter Pan (a ver si a la 1028949358 vez va la vencida) y Maléfica 2. Muchas, muchísimas ganas.
PD: Entiendo que vieran en Enma Watson un reclamo perfecto, una estrella para hacer de una de las princesas más reconocidas de Disney. Y lo cierto es que lo hace bastante bien. Pero joder, es que veo a Hermione Granger y su obsesión por los libros en cada una de las escenas.
Nota en Filmaffinity: 7
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